Footnote: el miedo

“A los verdugos siempre se les reconoce. Llevan el miedo en la cara”.

Jean-Paul Sartre (1905-1980)

Miedo a la vida, miedo a ser uno mismo, miedo al prejuicio, miedo al futuro e incluso a ser feliz. Mil caras tiene este infame sentimiento que una vez enraizado es casi imposible erradicar y extiende sus vigorosas y venenosas ramas hacia todos los aspectos de la vida, un hombre con miedo es un hombre ciego, temeroso, acorazado, vengativo y escurridizo, un hombre con miedo es la mitad hombre.

Poco puede hacer el conocimiento contra este silencioso enemigo, que dicho sea de paso, evita a quien lo padece ver el ser básico en que se convierte. Este sentimiento obliga al miedoso a cavar una fosa séptica en la que entierra cualquier anhelo puro y deseo limpio, y en cambio le coloca una máscara de amargura y una venda en los ojos, nubla su razón evitando que se de cuenta de la involución en que lentamente se sumerge.

Pocos sentimientos tan envilecedores como este que (casi) siempre llega de la mano de la envidia y los celos. ¡Terrible cuando un padre alberga este sentimiento hacia su propia sangre!

Eliezer Schkolnik (Shlomo Bar-Aba) es un erudito de la Universidad Hebraica en Jerusalén que ha dedicado su vida al estudio y divulgación de investigaciones  talmúdicas, aparentemente respetado entre sus colegas, la vida de Eliezer transcurre gris y monótona, su frágil mundo se sostiene de lo que él considera el mayor logro en su vida, una dedicatoria en un pie de página dedicada por un respetado investigador. Su orgullo, si no que su vida entera, gira entorno a este, para él, extraordinario hecho.

Eliezer pasa sus días realizando su mejor esfuerzo para respaldar, desde su punto de vista, tal prestigio. Ha dejado de lado cualquier relación, su hambre de prestigio es calladamente insaciable.

Por otra parte, en una muy convincente actuación, está Uriel Shkolnik (Lior Ashkenazy) hijo de Shlomo, cuya admiración por su padre y noble naturaleza le ha impulsado a lograr, sin querelo, todo aquello que su padre ha deseado: respeto y admiración. Sin saberlo Uriel, su padre ha  sostenido una secreta batalla de egos contra él, quien le justifica en todo momento.

 

Pero el camino de ambos personajes está a punto de batirse en otro duelo, uno en el que el escenario es puesto por el destino y en el que la única forma de salir victorioso es eliminar de una vez y por todas al adversario. Las situación es complicada y la encrucijada no permite la dimisión, renunciar representa un suicidio moral, ético y profesional.

Con delicados tintes de comedia, Footnote aborda la compleja relación entre un padre e hijo y su constante lucha por la superioridad intelectual, la nobleza de espíritu, y obliga al espectadora cuestionarse sobre el fin último del conocimiento. Descubrir nuevos horizontes a través del estudio es estéril cuando se carece de nobleza de espírito, compartir, divulgar y aún impulsar a nuevas generaciones es vital, en ello hay autoconocimiento, sublimación y bondad. Renuncia.

El estudio como herramienta de introspección, la avaricia (en cualquiera de sus expresiones) y mezquindad como freno de progreso, personal y social. La historia hilvana una suave y delicado espejo enmarcado con un contundente “quién entendió entendió”. Conocimiento, decisión personal, autobalance y reflexión son la herencia de esta extrañanamente ignorada cinta que lleva el imposible peso de haber sido clasificada como “cine de arte”, repelente para las mentes simples que buscan evitar la complejidad de leer entre líneas y que están en constante búsqueda de un la tranquilidad que encierra la mediocridad de ser lo que se és sin siquiera cuestionarse por un momento si se ha elegido el camino correcto y perdiendo así la oportunidad de dar un golpe de timón a sus vidas.

El miedo haciendo de las suyas, miedo al cambio, a ser mejor, a reevaluar relaciones familiares, miedo a seguir adelante por un camino distinto, el pasado es imborrable, sin embargo permea el  miedo a continuar desde un punto distinto, hacia una nueva dirección con un panorama más verde, que al final, es el color de la esperanza.

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