Hay Nuevas Sorpresas en el Cementerio Maldito
Qué “horror elevado” ni qué nada: Cementerio Maldito demuestra a los nuevos puristas del género que se pueden tomar historias conocidas y de fuentes populares y tener un filme de horror bueno y espeluznante. La última adaptación de la novela de Stephen King, principal referente de literatura de horror estadounidense, es refrescante e intrigante, desde el inicio hasta que comienzan las notas de una conocida y querida canción.
El Dr. Louis Creed y Rachel, su esposa, se mudan a la Maine rural con sus dos hijos. Su casa es un perfecto refugio y nuevo inicio, pero tiene dos pequeños detalles: está justo al lado de una carretera transitada por camiones, y en el terreno detrás de su casa hay un cementerio de mascotas. El guion de Matt Greenberg y Jeff Buhler realiza una buena adaptación de la novela de King, sintetizándola de tal forma que se enfoca en los temas centrales de la historia original y le inyecta nuevos elementos para darle un nuevo aroma. Después de todo, la novela tiene 36 años de haberse publicado, y la primera adaptación tiene ya 30 años de haber salido. El desarrollo de los personajes adultos es suficiente para explicar sus acciones, y las actuaciones de Jason Clarke, Amy Seimetz y John Lithgow sostienen y le dan mayor profundidad a sus personajes, mientras que Jeté Laurence roba nuestra atención cada segundo que está en pantalla.
Lo que de verdad destaca de esta versión es el motivo por el que A Quiet Place nos robó el sueño el año pasado: el enfoque en los efectos de sonido es espeluznante, y Kölsch y Widmyer tienen un gran manejo de cámaras. El origen del terror en esta versión es la forma en la que nos cuentan la historia, así como la asfixiante atmósfera construida para mantenernos en el borde del asiento.
Con nuevos giros a la historia y una gran producción, Cementerio Maldito logra permear la sensación de presenciar una terrible e interminable pesadilla.