La Monja 2: El regreso de Valak y la conexión definitiva con los Warren.

En un templo de Francia en 1956, un sacerdote muere calcinado en circunstancias misteriosas y un tanto macabras. Al poco tiempo, una serie de sucesos similares se van presentando en otros lugares de Europa, lo cual despierta alarmas en las cúpulas de la Iglesia católica ¿la sospecha? Un espíritu maligno ha regresado.

Hace ya 10 años, descubrimos como un demonio personificado en una terrorífica monja atormentaba a la clarividente Lorraine Warren, y tiempo después fuimos testigos de cómo esta mujer, experta en estos asuntos demoniacos logró devolverlo al infierno. En La monja (2018), veíamos que en realidad esa monja era una personificación de Valak, un demonio liberado del inframundo por un duque quien poseía un castillo en Rumania sobre el cual se construyó posteriormente un convento, en el que comenzaron a ocurrir situaciones extrañas similares a las que se presentan al inicio de esta entrega. Y es por eso por lo que vuelven a llamar a la hermana Irene, quien, con ayuda de un humilde trabajador Frenchie, logró derrotar a Valak en aquella película de 2018. O al menos eso creyeron.

Al inicio de esta película vemos de nuevo a Frenchie, quien descubrimos que en realidad se llama Maurice, trabajando en el internado para niñas de Saint Mary en el sur de Francia, y percatándose que algo extraño le sucede y se va apoderando de su cuerpo. A la par, vemos a la hermana Irene, refugiada en un convento italiano. La historia de ambos de nuevo confluye cuando la hermana recibe la llamada del cardenal, y aunque ella se muestra evasiva al inicio y tiene ciertas dudas, una serie de pesadillas (donde además aparece Maurice) la convencen que aquel demonio que creyó haber derrotado no solo habita en sus sueños, sino que ha regresado. Y por esto es que, acompañada de la hermana Debra, una monja con una fe muy endeble, acude a la tarea de vencer de una vez por todas a ese demonio.

A pesar de que esta película es por mucho superior a su predecesora, no es en definitiva ni la mejor de la saga y está muy lejos de ser una digna representante del género. Sabemos que este universo no se caracteriza por profundizar ni dar mucho contexto sobre los miedos o motivaciones de los personajes, tanto “buenos” como “malos”, y aunque aquí se muestra un poco mejor la motivación que tiene este demonio (a diferencia de su primera entrega), tampoco profundiza mucho en ello.

Aunque descubrimos un poco más sobre el pasado de la hermana Irene (con algunos flashbacks que revelan su linaje), y el porqué de sus “poderes”, no es nada muy orgánico y es más bien superfluo; por otro lado, la hermana Debra es un personaje que no aporta absolutamente nada a la trama y bien pudo no aparecer, mientras que Maurice, aunque es el hilo conductor y uno de los eslabones que une el universo Warren, tampoco está muy bien desarrollado. Y de Valak, bueno, como decía al inicio, se mantuvo latente todo este tiempo escondido en aquel internado ya que va en búsqueda de una reliquia que al parecer le otorgará un poder inmenso: los ojos de santa Lucía (aunque no explican muy bien el porqué). Y eso no es todo, Valak va tras todos los descendientes de esta santa, sin importar épocas y lugares, y no descansará hasta acabar con el linaje de la patrona de los ciegos cual Lenin contra Los Romanov, pero ¿porqué? Pues tampoco lo sabemos.

Lo que si nos muestran es que Lorraine Warren es también descendiente de santa Lucía, y esto además de ser otro eslabón más que une las películas de este universo,despeja algunas dudas de los fans sobre si la hermana Irene es en realidad Lorraine en el futuro (recordemos que en la vida real las actrices que las interpretan, Taissa y Vera Farmiga, son hermanas), pero no, simplemente ambas son parientes lejanas de santa Lucía.

Algo rescatable y que veo como acierto, es la elección de las locaciones, ya que al ser sets originales, les confiere a las escenas un tono más real y lúgubre. Por ejemplo, el internado de las niñas en realidad es un antiguo convento del siglo XIII, y el convento italiano donde se encuentran al inicio las hermanas Irene y Debra está ambientado en un monasterio con más de 900 años de antigüedad. Estos escenarios sumados a un buen ritmo, música e iluminación logran unas cuantas escenas rescatables y que logran salvar por momentos la cinta. Pero es también por todo esto, que la película funciona mejor cuando se enfoca en todo este montaje audiovisual que cuando vemos en escena a los personajes. Como dije, los protagonistas no resultan interesantes, y aunque los vemos con cara de aflicción casi todo el tiempo no se logra conectar con ninguno.

Y es que, aunque está mejor lograda que su predecesora, es muy débil narrativamente. Y es que esto, además de algunos guiños presentes durante la película, será lo que aprecien más los fans de la saga, la conexión con Ed y Lorraine, como se unen todos los eslabones y la premisa que deja entrever el futuro para lo que será El Conjuro: Los últimos ritos. Esto y un par de sustos bien logrados es lo que ofrece esta floja, pero medianamente entretenida secuela.

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Acerca del autor

Clementine   @@lupistruphis  

Escéptica ante todo, pero con una gran curiosidad. Amante del café y del aroma a libros viejos. Nostálgica e idealista sin remedio. Alguna vez de niña me llevaron al cine, y siempre vuelvo a él porque siempre me salva.


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