Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano
“El mexicano sufre y en dicho pesar encuentra su dicha”.
El sufrimiento parece ser el inagotable hilo conductor con el que se tejen las historias del buen cine mexicano; desde los olvidados hasta un callejón de milagros, de los amores perros a los hechos como agua para chocolate, del ángel de la muerte de Buñuel al de Gavaldón, de las pistolas de la revolución a su idiosincrasia política y los barrios bajos de la capital; esta estrecha comunión forjó nuestra esencia cinematográfica y realista ficción desde la llamada Época de Oro hasta sus últimos vestigios a principios del nuevo milenio, poco antes de que la nueva generación conformada por nuestra perversa y pobre monarquía televisiva la traicionara, dándole la espalda al pasado y negando su cruz.
Si el mexicano venera a la muerte, eje central de su conciencia y concepción fílmica, acogiéndola como la eterna amiga y cómplice en este viaje de 88 años (desde la primer película sonora llamada Santa de 1932); la pobreza, la violencia, la discriminación social, el machismo y el infame gobierno se convierten en solo acompañantes de una historia fílmica que irónica y orgullosamente nos posiciona como esos seres soñadores en una constante lucha por salir adelante de las injusticias y obstáculos. ¡Ese es nuestro cine! Uno que abraza y ríe con la desdicha, que viaja por parajes surrealistas para explicar nuestra ideología y espiritualidad, que se proyecta como una crítica social, cultural y política no solo hacia los estratos gubernamentales, sino también hacia nuestras clases sociales y pecados como individuos y como nación.
Hubo una época en el que brilló, hubo otras en el que ese destello volvió a surgir, donde Ripstein, Fons, Retes, Iñárritu, Del Toro, Cuarón y Arau, entre otros, comprendieron el tesoro arraigado que Fernández, Rodríguez, Gavaldón, Buñuel, de Fuentes, Galindo (por solo mencionar a algunos) dieron y heredaron al mundo. Donde Del Río, Félix, Jurado, Moreno, Valdez, Armendáriz, Pinal, Infante, Negrete, López Tarso y muchos más figuraron como ese retrato de nuestra cultura e idiosincrasia llena de glorias y tragedias, de romance y de corazones rotos.
Así como los símbolos patrios, el cine mexicano fue también un lábaro del cual debemos estar orgullosos. Ahora degradado por la televisión y la hipocresía social, por la negación de nuestra naturaleza, por fines económicos y por una generación ignorante de nuestra historia y que ha olvidado que algún día fuimos grandes tanto en este como en muchos otros rubros, el cine mexicano sufre y se avergüenza de su estado actual al tan solo recordar a aquellas obras que forjaron nuestro mito. Es por eso que, hasta ahora en 11 años de Cinescopia y a 200 años de la consumación de nuestra independencia, presentamos un compendio que resume (a la consideración de 5 de nuestros autores) cuáles son las 100 Mejores Películas de nuestro cine.
¡Que Viva México!
Santa (Antonio Moreno, 1932)
Por Cat Movie Lee
Pero cómo no iba a estar aquí este tesoro; si fue la primera en tener sonido sincronizado, si la foto es ni más ni menos que de Alex Phillips y la música de Agustín Lara. Una historia que habla del amor desdichado, pero que además, nos adentra en el mundo de la prostitución, ¡imagínese usted! Estamos a inicios de los 30 y podemos ver a una preciosa Lupita Tovar siendo la musa chaquetera de un pianista ciego, la malquerida de un torero y la apestada de su familia por haberse entregado a un hombre que prometió quererla. La paradoja de este infortunio de mujer, lo lleva en su nombre y en el pecado de ser bella. Redentora de todas las putas, a Santa se le admira desde un lugar apartado, desde lo más alto, porque es ahí donde verdaderamente le compete estar. No se deje llevar por la mala calidad con la que pueda encontrar este clásico de nuestro cine, aprécielo y no deje también de leer la novela, no se va a arrepentir.
El Fantasma del Convento (Fernando de Fuentes, 1934)
Por Flaco Cachubi
Dirigida, editada y escrita por Fernando de Fuentes en colaboración con Juan Bustillo Oro, El fantasma del convento nada tiene que pedir a los grandes clásicos de horror de otras latitudes. La historia de un matrimonio y un amigo que encuentran refugio en un antiguo monasterio después de sufrir un accidente tiene una narrativa visual extraordinaria. La atmósfera siniestra, los decorados, las escenografías, todo el diseño de producción es magnífico y totalmente verosímil, no obstante, es notable la influencia del cine expresionista alemán de los años veinte, corriente pionera del cine y que durante aquellos años ya se encontraba en sus últimos suspiros
Janitzio (Carlos Navarro, 1934)
Por Cat Movie Lee
Un jovencísimo Emilio (El Indio) Fernández protagoniza una trágica historia de amor amurallada por un lago de Pátzcuaro y una isla por demás compleja. Porque antes de que aquel rincón se convirtiera en el favorito de los turistas extranjeros para alucinar con la celebración de día de muertos, éste era un lugar de los isleños y para los isleños, donde tanto los peces de la laguna, como las mujeres de su pedazo de tierra, les pertenecían solo a aquellos hombres. Así lo establecía una tradición que ni los propios conquistadores pudieron eliminar a los antiguos moradores de esos lares. Así, si algún fuereño osaba tomar mujer (o peces) que pertenecían a ese lugar, era castigado con la muerte de la fémina en cuestión y del sujeto. Hay algo de fascinante en los diálogos casi nulos de esta cinta que dura poco más de una hora, como si las palabras no alcanzaran a describir una tradición que en principio parecería absurda, pero que en el fondo, termina siendo el quid de la cuestión.
La Mujer del Puerto (Arcady Boytler, Raphael J. Sevilla, 1934)
Por El Fett
Una calma inusitada rodea al considerado primer clásico del cine nacional, una que en tres cuartas partes de su metraje proyecta muchos de los elementos por venir dentro de la época de oro, y que a pesar de una narración por momentos amateur (una retacería y un montaje arcaicos), deja los estatutos para la final aparición de aquella tragedia épica enfundada en la figura icónica de la también calificada como la primera diva nacional Andrea Palma, la dama del puerto, víctima de la pobreza, de las vecindades, de la hipocresía social y de un desenlace cruento. Dos versiones más del amargo cuento llegarían con los años: el muy pobre de 1949 y la versión de Ripstein de 1991, que aunque superior en varios aspectos, se aleja de la simpleza teatral y amarga de su original.
El Compadre Mendoza (Juan Bustillo Oro, Fernando de Fuentes, 1934)
Por El Fett
Un thriller revolucionario ensamblado dentro una devastadora historia de amistad, este gran clásico sorprende por su cercanía del conflicto, apenas 6 años después de dar por terminada La Revolución mexicana, y por lo tanto por su manejo de diálogos, escenarios y personajes dentro de una ficción realista y adepta al movimiento zapatista en el sur del país. “El compadre”, símbolo familiar intachable dentro de la idiosincrasia y amistad nacional, aquí juega un rol de doble agente, presionado no solo por sus nexos y relaciones tanto dentro del movimiento, como con las facciones federales; sin embargo, será la mujer, la intocable comadre y un platónico triángulo amoroso con el padrino zapatista lo que detonará la última acción de Mendoza, su compadre.
¡Vámonos con Pancho Villa! (Fernando de Fuentes, 1936)
Por El Fett
La proximidad con los hechos revolucionarios hacen a esta aventura una pieza que raya en el valor histórico, no por las libertades creativas que se toma para referir a “La Revolución” como el enemigo común de esta camaradería entrañable, sino al plasmar con una belleza técnica y narrativa algunos pasajes fieles a lucha de La División del Norte; desde canticos, lenguaje y algunos nombres y/o leyendas de gran valía como los generales dorados y hasta mitos, como el de la creación de la mortal ruleta rusa al estilo nacional. Para algunos románticos amantes de la historia el retrato de Villa podría parecer vulgar y alejado de los reales ideales; sin embargo, el cautivador y emotivo cuento sobre la amistad y la revolución, como dirían en mi pueblo ¡no tiene madre!
Los de Abajo (Chano Urueta, 1939)
Por El Cine Actuario
Uno de las tramas básicas en cuanto a historias políticas se refiere, es la forma en como una persona noble y humilde es poco a poco corrompida por el poder hasta el punto de llegar a una decadencia moral; mucho antes de una Ley de Herodes, “Los de Abajo” era la radiografía de esta caso, pero quizás a diferencia de aquella, esta película tenía la virtud de explorar mucho más a fondo los orígenes de Demetrio y de poco a poco observar su ascenso con dos puntos de vista: el interno y el externo (derivado del personaje de Luis). Todos estos elementos funcionan gracias a una dirección dinámica y una serie de excelentes actuaciones, quienes posteriormente algunos fueron pilares del cine mexicano. Una cinta necesaria para incluso entender de donde vino la calidad de nuestra época de oro.
Ahí está el detalle (Juan Bustillo Oro, 1940)
Por El Fett
El clímax del Cantinflismo, monumento a un único e inigualable estilo humorístico basado en la espontaneidad y la agilidad oral, alabada de manera internacional e incluso aceptada por la Real Academia de la Lengua. Fue tanta su influencia y poder que el personaje “Cantinflas” trascendería fronteras posicionándose como el icono de la comedia a un nivel continental. Con un reparto que incluye a Sara García y a un brillante Joaquín Pardavé, Bustillo Oro se confiere al control total de Mario Moreno para exponer una deliciosamente original fábula de accidentales identidades que surten un efecto soñado y grandilocuente en el tremendo acto final en una sala de jurado, confinamiento donde quizá se ha dado el mayor ejemplo de la comicidad e ingenio mexicanos.
El baisano Jalil (Joaquín Pardavé, 1942)
Por Cat Movie Lee
Para nadie es una novedad la importancia de la migración libanesa en nuestro país, un fenómeno que resultó en cosas tan cabronas como Carlos Slim o tan lindas como Salmita Hayek y tan sabrosas como los tacos al pastor/tacos árabes… en “El baisano Jalil” la familia Farad, encabezada por el gran Joaquín Pardavé y la abuela de todos los mexicanos, Sara García, la gracia de quererse integrar a una sociedad que no es la suya pero que ansían adoptar, será la moneda de cambio para ayudar a los Veradada, una familia venida a menos en cuya hija radica la llave para salir de las penurias y a su vez, se encuentra el camino perfecto para que el mestizaje inevitable de Marthita y Salim, siga haciendo de la unión de diferentes extranjeros con mexicanos, todo un portento de posibilidades en un país cuya riqueza precisamente radicó y sigue radicando en su diversidad. A partir de esta cinta, Pardavé alcanzaría su máximo esplendor y un lugar más que merecido como gloria de nuestro cine.
Distinto Amanecer (Julio Bracho, 1943)
Por Edgar del Valle
Esta cinta esta considerara como un clásico del cine mexicano en la época dorada del mismo, por la combinación de una excelente factura técnica, buenas actuaciones y su ambientación en locaciones reales, algo que no se acostumbraba en la época. Película de cine negro, dirigida por julio Bracho y con las actuaciones de Andrea Palma y Pedro Armendáriz, se aleja de los estereotipos rurales que estaban en boga, para convertir a la ciudad en uno de los personajes principales de la obra. Uno de los primeros film noir en México, la cinta relata el reencuentro de un sindicalista, -que busca unos documentos que le permitirán demostrar la corrupción de un Líder corrupto y asesino- con una mujer de la cual ha estado enamorado.
María Candelaria (Emilio Fernández, 1944)
Por El Fett
La cruz de “El Indio” Fernández era pesada. El que alguna vez se declaró como la encarnación del cine mexicano, no estaba tan alejado de la realidad, pues junto a Figueroa logró captar estética y narrativamente las tragedias más notorias y románticas de nuestro cine, historia y evolución social, situándose por lo general en cuadros amorosos que terminarán con el desmembramiento de una o varias de sus partes; en este caso concreto, de una india de Xochimilco víctima de la degradación, encasillamiento y linchamiento de su comunidad. La ganadora de Cannes causó polémica debido al estatuto del comportamiento salvaje de los pueblos mexicanos, pero nada que no pueda ser perdonado gracias a la gran presencia de la inmensa Dolores del Río, la Candelaria.
La Barraca (Roberto Gavaldón, 1945)
Por El Cine Actuario
Con quizás una manufactura modesta, pero una fotografía excelente y cuidadosa, esta es una historia que refleja las condiciones adversas que le tiene que hacer frente la gente del campo; sin maniqueísmo y sin una polarización de buenos contra malos, es un reflejo de como una familia noble ante las injusticias y atropellos en su contra, comienza a transformar su bondad de forma plausible y orgánica en una fiereza por el simple hecho de garantizar su supervivencia, destacando la actuación de Domingo Soler. La Barraca es un clásico atemporal del cine nacional que demuestra que quizás antes las adversidades los instintos primitivos de los seres humanos pueden salir a luz.
Campeón sin corona (Alejandro Galindo, 1945)
Por El Cine Actuario
Campeón sin corona es más que un simple drama deportivo, podríamos decir que es la construcción perfecta de un anti-héroe, un atleta que es guiado por sus sentimientos más nobles, pero a la vez puede verse impulsado por sus bajas pasiones. Con una actuación espectacular de David Silva, Campeón sin Corona es la historia de manera indirecta de México y su idiosincrasia; el famoso ‘ya mérito’ que siempre por ‘n’ cantidad de situaciones se queda en un mero sueño consolado en un enorme potencial. Todo esto enmarcado quizá en nuestro deporte por excelencia y en donde somos sin lugar a dudas más chingones: los madrazos a guante rojo arriba de un cuadrilátero.
La Otra (Roberto Gavaldón, 1946)
Por Cat Movie Lee
En plena década de los 40, Dolores interpreta un papel doble, sí, de gemelas. Magdalena y María son dos hermanas que tienen su historia. Una queda viuda de un millonario, la otra era manicurista y víctima de la avaricia y la necesidad, decide matar a su hermana, hacerse pasar por ella y cobrar su jugosa fortuna. Le juro que es para morderse las uñas, exquisita, fabulosa y magistralmente interpretada por Lolita. Curioso que su actuación más brillante sea ésta, en donde no fue dirigida por el Indio, ni actuó con Armendáriz, ni la fotografió Gabriel Figueroa. En la historia la acompañan Víctor Junco como su pareja y Alex Phillips en lugar del fotógrafo mexicano. La película ocupa el lugar 25 dentro de las 100 mejores del cine nacional.
Enamorada (Emilio Fernández, 1946)
Por El Fett
El cuento de amor mexicano por excelencia, la doña y el macho, la malagueña y el revolucionario, la soldadera y su general; Fernández se deshace de su pesada cruz de muerte y angustia y cae bajo el hechizo de la mirada de la gran diva María Félix y el de su talento histriónico adelantado a su tiempo: recio, natural, espontaneo, romántico ¡Divo! Como la hembra nacional por antonomasia, ella representa la fuerza y lucha desde las adelitas revolucionarias hasta nuestra madre santa y rige no solo la química con Armendáriz, sino también el estilo directivo de “El Indio” que ha cambiado, ha mejorado, se ha trastornado, se ha enamorado. Frente a la guerra, la humanización llega por parte del corazón en forma de un silbido, una dura cachetada o un amoroso mariachi.
La Diosa Arrodillada (Roberto Gavaldón, 1947)
Por Flaco Cachubi
Quién no quisiera ver arrodillada a una diosa y símbolo sexual como María Felix a sus pies, justo esa es la fantasía del magnate de la industria petroquímica interpretado por Arturo de Cordova. Roberto Gavaldón en estado de gracia haciendo gala de virtuosismo técnico y narrativo, nos ofrece la historia de un hombre atrapado entre dos mujeres, la esposa abnegada y la archi seductora amante, un verdadero monumento de mujer, por quien está dispuesto a caer en un espiral descendente e incluso cometer un crimen. Destaca la forma en que la cámara de Gavaldón captura en todo su esplendor la belleza y sensualidad de la Doña en su mejor momento.
Los Tres García (Ismael Rodríguez, 1947)
Por El Fett
La primera colaboración de importancia con Rodríguez, no es que aquí el macho no exista (de hecho se multiplica por tres), sino que es opacado por la figura más poderosa dentro de la estructura familiar mexicana: la matriarca en la misma carne de la abuelita de México, Sara García. Toda la conjunción de drama y comedia de Infante en su punto ideal y a la orden de una comedia románticamente atrevida y con más tabús de lo que se pudiera pensar (tres primos intentando conquistar a la misma prima venida de Estados Unidos), quizá estemos ante el esbozo cómico más destacable de Rodríguez, en mucha parte gracias a la espectacularidad y química de su reparto y a la energizante presencia de Sara, la cual se agarra a bastonazos a estos tres machos cochinos.
La Perla (Emilio Fernández, 1947)
Por El Fett
“La perla nos hará libres”, simbolismo de poder y deshumanización que a la orden del gran “Indio” y la portentosa visión de Gabriel Figueroa (Mejor Fotografía en los Globos de Oro y Festival de Venecia) logran una puesta en escena bellísima y grandilocuente donde la música surte en comunión con su narrativa y estética un efecto solemne. La perla, un tesoro encontrado en el fondo del mar, es la oportunidad para salir de la miseria, pero al mismo tiempo un vehículo maldito para la ignorante y pobre pareja de pescadores magistralmente interpretados por Pedro Armendáriz y María Elena Marqués. Valiéndose de un tono western, Emilio encausa una desventura y cacería humana embelesada por el poder surreal emergido de aquella exótica joya.
Los Tres Huastecos (Ismael Rodríguez, 1948)
Por Cat Movie Lee
En una cinta por demás innovadora para su tiempo, Pedro se reinventa haciendo 3 papeles diferentes como los hermanos Andrade: Juan de Dios, el sacerdote potosino, Víctor, el soldado veracruzano y Lorenzo, el tamaulipeco ateo y macho. Siendo precisamente este último, el personaje que más atrapa, que enternece y más termina gustando gracias a que, sin importar la época en la que nos toque vivir, no hay nada más extraño y fascinante que ver a un padre dedicado en cuerpo y alma a su hijo, y mayormente en un entorno mexicano y en el contexto en el que se grabó esta obra. Si Pedro, la mismísima representación del hombre prototipo de toda una generación, pudo ser el mejor de los padres ¿por qué los demás no habrían de poder?
Nosotros, los pobres (Ismael Rodríguez, 1948)
Por El Fett
La fábula de la desgracia, Ismael Rodríguez regresa en el ranking para construir el homenaje hacia el pobre, hacia al arrabal, hacia la vecindad. No cabe duda de la influencia melodramática hacia las consecuentes telenovelas, formato que desbarataría la complejidad de una obra que íntima con la desdicha de manera alucinante, casi extravagante, casi irreal. ¿Será posible esta progresión trágica de hechos en la misma línea del Job bíblico? ¿Que entre esta extrema pobreza, cárcel, hurtos y muerte aún se encuentre la alegría por vivir? En México sí es posible, y este testimonio fílmico también de toques musicales confirma que aún se puede silbar un “Amorcito Corazón” para recordar al inmortal Pedro Infante, a aquel mítico Pepe el Toro, su Chorreada y su Chachita.
Calabacitas Tiernas (Gilberto Martínez Solares, 1949)
Por Flaco Cachubi
La primera colaboración de Solares con el pachuco de oro dio como resultado una comedia que explota al 100% la comicidad del actor como no se había visto en ocasiones anteriores. El Tin Tan de las películas de Humberto Gómez Landero, apenas dejaba entrever una parte de la singular personalidad del artista. Martínez Solares por su parte, dio rienda suelta a Tin Tan quien improvisa sin salirse del libreto. El mundo se torna idílico, la pantalla se llena de hermosas y voluptuosas mujeres, no le aunque sea la empleada doméstica o la rumbera cubana, el sátiro no discrimina en materia de cachondeo. Tin Tan canta con el espejo, vacila en fluido spanglish, parla cubano, baila conga y swing, siempre desbordando simpatía. Bienvenido el relajo y adiós los problemas. Inicia el reinado cómico-mágico-musical de la dupla Martínez Solares–Valdés.
La Oveja Negra (Ismael Rodríguez, 1949)
Por Flaco Cachubi
En La oveja negra, Ismael Rodríguez reune en un mano a mano a dos figuras icónicas de la cinematografía nacional: por un lado tenemos al inmortal Pedro Infante, el máximo ídolo popular, por el otro, a Fernando Soler para muchos el mejor actor que ha dado nuestro país. El realizador se centra en el tema del machismo, un fenómeno cultural y social, el cual pocas veces se había abordado con la seriedad que amerita dado el arraigo del mismo, que aquí es retratado en la figura del padre alcohólico e infiel y el hijo que, aunque bondadoso, no canta mal las rancheras. La cinta nos ofreció una de los enfrentamientos más memorables de nuestro séptimo arte y uno de los nombres que hasta la fecha pocos pueden olvidar: Don Cruz Treviño Martínez de la Garza.
La Malquerida (Emilio Fernández, 1949)
Por El Cine Actuario
Una de las cualidades de Emilio Fernández era esa habilidad que tenía para ser concreto en cada una de sus escenas. A diferencia de la obra de 1939, esta adaptación no deja cosas al aire por un exceso de grandilocuencia, sino que es precisa en cada desarrollo de los sucesos que giran alrededor de la historia, apoyándose en una fotografía exquisita. Pero quizás lo más destacable y que hizo a esta cinta icónica fueron las actuaciones de Dolores del Rio y Pedro Armendáriz, quienes se apoyan en una trama sencilla pero puntual. A pesar de sus casi más de 60 años sigue siendo una historia tan vigente principalmente porque las motivaciones de sus personajes apela a los sentimientos más pasionales y porque su forma de pensar sigue siendo parte del folclor (para bien y para mal) de la idiosincrasia mexicana.
Salón México (Emilio Fernández, 1949)
Por El Fett
Contrastes magníficos, el mismo año del cruel retrato rural de Pueblerina, Emilio sería capaz de levantar lo que es en esencia un thriller, pero también un testimonio dramático sobre la urbanización y la consecuente deshumanización que, a través del sacrificio, muchas mujeres tuvieron que adoptar. Es notable cómo Emilio quizá fue el primer “feminista” fílmico de México, y es que sus personajes mujeres, recias y luchadoras, eran siempre estructuradas a través de un contexto social no solo creíble, sino real. Aquí le tocaría a Marga López luchar contra la opresión masculina, pero también daría la oportunidad a Miguel Inclán de salir de su papel de villano con un entrañable y romántico héroe. No cabe duda que a este México actual le hace falta mucho Emilio
Pueblerina (Emilio Fernández, 1949)
Por El Fett
Más vigente que nunca gracias a su argumento centrado en la miseria humana, el abuso y violación, la etiqueta de su título se extiende hacía un director que en efecto, siempre se consideró como “pueblerino”, logrando no solo captar el entorno minimalista de una cultura que arrastraba el caos de la guerra, sino también difundirla hacía al exterior con una madurez artística digna y al nivel de todos los maestros europeos y americanos de aquel tiempo (no por nada nuevamente fue seleccionado para competir en el Festival de Cannes). Simple en argumento pero compleja en su cruda crítica hacía el “machismo” y su siempre esperanzadora búsqueda del romance, Emilio siempre será también maestro del amor… uno trágico, pero también empedernido.
Una Familia de Tantas (Alejandro Galindo, 1949)
Por El Fett
El protocolo de una estricta y familia mexicana es sacudido por la presencia de un inalcanzable vendedor de aspiradoras. La venta así se convierte en el elemento que dispara el enfrentamiento de las costumbres machistas y del yugo patriarcal contra la evolución del pensamiento mexicano, el rompimiento de un esquema primitivo y tradicional y uno de los primero ejemplos de la liberación femenina en el cine mexicano. Original drama y romance donde la fuerza actoral de un genial y repugnante Fernando del Soler se confronta a un entrañable príncipe azul mexicano sin capa ni espada, pero si con labia, aspiradoras y refrigeradores soberbiamente interpretado por David Silva. En el rubro de las ventas y la mercadotecnia, un deber para cualquier estudiante.
Rosauro Castro (Roberto Gavaldón, 1950)
Por Flaco Cachubi
Tomando como punto de partida el asesinato de un candidato a la presidencia municipal y la correspondiente investigación por parte de un abogado, Roberto Gavaldón retrata a la perfección el cacicazgo predominante en el México post revolucionario. Pedro Armendariz es el cacique pueblerino quien, alejado de la figura idealizada en los melodramas rancheros, impone su poder absoluto a punta de pistola poniendo a su antojo a gobernantes pusilánimes para cometer impunemente toda clase de tropelías y atropellos. Nuevamente con un argumento de José Revueltas, Gavaldón pone el dedo en la llaga exponiendo una problemática real contrapuesta al discurso alemanista del México sin corrupción
Aventurera (Alberto Gout, 1950)
Por El Fett
Un icono de la cultura mexicana, la “Aventurera” es el reflejo de la desventura femenina nacional que en un principio viajó de Chihuahua a Juárez y después a Guadalajara, para con el tiempo trascender y convertirse quizá en la obra musical más representativa del país, todo nacido de la pluma de Álvaro Custodio y la adaptación y dirección de Alberto Gout. La rubia es el esbozo de la explotación y de la hipocresía de la alta sociedad en un musical solvente e hipnótico donde la sensualidad de Ninón Sevilla, la venus dorada, bailarina y vedette mexicana de origen cubano concebiría el llamado cine de rumberas; uno que Gout enmarcaría en un tratamiento noir que va desde la deshumanización a la venganza y posteriormente a la redención de nuestra anti heroína.
El Rey del Barrio (Gilberto Martínez Solares, 1950)
Por El Fett
La espontaneidad en el humor de Tin Tan fue avasallante en mucha parte gracias al forjamiento de un núcleo y conglomerado creativo que trabajaba con el solo objetivo de su lucimiento. Esta disfrazada asociación llegó a su clímax cuando el Pachuco de Oro encarnó al Rey del Barrio, figura que lo posicionaría con toda justica como el artista cómico más completo dentro de la filmografía mexicana, que a pesar de siempre operar bajo la sombra de Cantinflas, aquí detonaría con bases sus mayores tablas en el humor físico, y no solo en el oral. La puesta escena raya en lo exótico, en lo musical, en lo surreal, donde las criaturas humorísticas de Tun Tun, Tongolele, La Vitola, el hermano Ramón y el mismo Germán van apareciendo en una oda de humor sin precedente.
Los Olvidados (Luis Buñuel, 1950)
Por El Fett
¿Por qué olvidar nuestra esencia? ¿Por qué negar nuestra cruz? ¿Por qué no lograr identificar en estos tiempos que el cine mexicano fue, es y será “El Olvidado”? Esta apoteósica obra que juega con el thriller y con la excepcional y teóricamente imposible comunión entre dos corrientes contrariadas como el surrealismo y el neorrealismo, engloba de manera fulminante la visión de un México tan trágico como esperanzador. Buñuel deja claro que en su “ficción” no trata la generalidad de un país, sino aquellos recónditos personajes “olvidados” en los que se cimientan la pobreza y el esbozo primitivo de nuestros pecados como nación y sociedad, consecuencia del olvido hacia aquellos estratos casi utópicos y subculturas que siguen rigiendo la mayoría de nuestra población hasta hoy en día. El infante y/o adolescente como símbolo de este descarriado nacimiento expone la que sin lugar a dudas es la mejor historia de nuestro cine: crudo, divertido, crítico, satírico, angustiante y hasta perverso. ¡Nunca lo olviden!
En la palma de tu mano (Roberto Gavaldón, 1951)
Por Flaco Cachubi
En la palma de tu mano es, sin duda, una de las mejores obras del cine negro mexicano gracias a un guion tan excéntrico como original nacido de la pluma de Luis Spota con adaptación final de otro célebre novelista, José Revueltas. El asunto va de un encantador charlatan encarnado por Arturo De Cordova quien presume ser un especialista en ocultismo, clarividencia y consejero sentimental y que estafa con ayuda de su amante austriaca (Carmen Montejo) a las señoras que acuden al salón de belleza en donde ésta trabaja como manicurista. Lo que en un inicio aparenta ser un pícaro relato de humor negro con tintes esótericos, con la aparición de la seductora Leticia Palma se convierte en un juego de seducción, traición y muerte como lo dicta la tradición del género.
Doña Perfecta (Alejandro Galindo, 1951)
Por Cat Movie Lee
Basada en la fantástica novela de Benito Pérez Galdós esta joya se ambienta en el México reformista y es el escenario en donde un amor se ve truncado por el desmedido fervor y las buenas costumbres de una inconmensurable Dolores del Río en el papel que da título a este drama donde la ciencia y la religión, la provincia y la capital, la razón y el fervor pelean a tal grado que ciegan a una madre para ver realizada la felicidad de su hija al lado de un hombre bueno, honesto y cuyo único delito es creer que un sistema de riego es más eficiente para hacer sobrevivir al campo que sacar en procesión a la virgen. Una obra para el análisis literario en donde paradójicamente y bajo el manto de creyentes de la vela perpetua, son las mujeres quienes terminan imponiendo su voluntad para hacer valer las leyes de dios o para romperlas, revelando un por demás interesante trasfondo social que le hace sin dudas merecedor a un lugar en este top con la crema y nata del cine nacional.
Sensualidad (Alberto Gout, 1951)
Por El Cine Actuario
El común denominador del cine mexicano de los años 50 en su enfoque más arriesgado, era mostrar los sentimientos más pasionales de los seres humanos y sus consecuencias en extremo, generalmente despertados por una mujer. Sensualidad es un filme que sigue esta tendencia, pues a través de la historia de una rumbera que en venganza por ser mandada a prisión por el Juez Alejandro Luque decide destruir sus vínculos familiares despertando con sus encantos las emociones más desenfrenadas y lujuriosas. Con una dirección estupenda de uno de los directores más desafiantes del cine mexicano como Alberto Gout y las increíbles actuaciones de Fernando Soler y la hermosa Ninon Sevilla, esta es una historia oscura pero atractiva, siendo la encarnación de las emociones más fuertes e ilógicas del ser humano.
El Ceniciento (Gilberto Martínez Solares, 1951)
Por Flaco Cachubi
Imagine usted lo que significó para la buenas conciencia mexicano que, el hado padrino aludiera al libertinaje “Cómo era liviana tu madre…pa´correr mijo”, fomentara el vicio a su ahijado “¡Échese un trago que se lo manda su padrino!” y lo llevara para quitarle lo santurrón a un tugurio conviviendo con rorronas de la vida alegre “Son las hermanas Dávalos”. Y peor aún, cuando se descubre el verdadero parentesco que une al inocente chamula con el viejo relajiento ¡Qué escándalo! Obra maestra del humor aderezada con las canciones de Gabilondo Soler y Juan Bruno Terraza, movidos números musicales interpretados por los Hermanos Zavala como el que abre la secuencia de créditos. Ingeniosos diálogos picantes entre Tin Tan y Andrés Soler. Harta diversión pecaminosa que transgredió la censura de la época consolidando la comedia tintanesca como la más anárquica y extravagante del cine nacional.
La Noche Avanza (Roberto Gavaldón, 1952)
Por Flaco Cachubi
Pedro Armendáriz instalado en un papel sui generis en su carrera fílmica interpreta a un jugador de pelota vasca soberbio, arrogante e insensible en extremo, capaz de hacer lo que sea para disfrutar las mieles de la fama. Empeñado en gozar de lujos que no puede darse con sus ingresos, se involucra en una apuesta con la mafia. Film noir situado en una urbe capitalina oscura en donde se respira la incertidumbre y el fatalismo oculto tras el glamour de los grandes escenarios como el Frontón México. Gavaldón fiel a su costumbre pone al descubierto la ciudad que muchos se niegan a ver pero que irremediablemente existe.
Un rincón cerca del cielo (Rogelio A. González, 1952)
Por Cat Movie Lee
Hay algo en Un rincón… que sobrepasa la desgracia, la pinche mala suerte y el sino del pobre, y si alguien sabía representar ese sentir a la perfección, era Pedro Infante en una actuación soberbia y una mancuerna perfecta con otra de las grandes del drama, Marga López. Me atrevo a decir que esta tragedia supera a la mítica muerte del Torito en Nosotros los pobres, porque no encontrar oportunidad para trabajar honradamente con un sueldo justo y vivir de lo que se pueda, no está tan mal, pero cuando la vida se ensaña, te quita lo que más quieres (incluida la dignidad y las ganas de vivir) y no conforme con eso te deja más jodido de lo que empezaste… es para no solo cuestionar la existencia de dios, sino para renegar con toda justicia de que en el colmo del sentimentalismo, una pareja de pobres diablos con una boca más que alimentar, termine experimentando la antítesis de lo que verdaderamente sería un rincón cerca del cielo, que no es un edén lleno de riquezas, ni es el cielo de los condenados devotos.
El rebozo de Soledad (1952, Roberto Gavaldón)
Por Cat Movie Lee
Como casi todos los personajes que interpretaba el enorme Arturo de Córdoba, hay algo en éste que lo mantiene atado a la infelicidad. En este precioso relato lleno de costumbres curanderas que pelean con la ciencia de la medicina, se aviva un triángulo amoroso entre Pedro Armendáriz (Roque Suazo), Stella Inda (Soledad) y el antes mencionado, que sin ánimos de spoilear, pues no acaba bien para nuestro sufrido favorito. Aquí la magia radica en la preciosa lente de Gabriel Figueroa, quien bajo las órdenes de un enorme Gavaldón, refleja esa discordancia tan enorme que se vivía a mediados del siglo pasado, donde mientras la Ciudad de México emergía con un despertar trepidante, los pueblos se quedaban con un atraso monumental con niños que morían de hambre, de sarampión o de leche contaminada de vacas enfermas. Un tanto moralina, dirían algunos, sin embargo es precisamente esa moralina la que se rompe con la tela de un rebozo que hace de hilo conductor durante un relato que pese a su duración en tiempo y espacio, sigue pareciendo vigente.
El Bruto (Luis Buñuel , 1952)
Por El Fett
Varios elementos tenían que converger para concebir este pedazo de obra maestra, el regalo del cine nacional a los mejores estándares del cine noir a nivel histórico. Primero, el guion de Alcoriza, con una jerga de ensueño e hilarante enfundada en una impresionante mole protagonizada por Pedro Armendariz (segundo eslabón). La dirección de Buñuel, perfecta incluso estando muy alejado de su toque surrealista, y finalmente el endiosamiento de la femme fatale mexicana en la piel de una inmejorable Katy Jurado, uno de los ejemplos más oscuros dentro de la estela de este tipo de personajes dentro del género. Andrés Soler por supuesto pone la cereza a este pastel como el villano en cuestión. Amor, comedia, romance , mafia, thriller y noir, mucho noir. Joya
Dos Tipos de Cuidado (Ismael Rodríguez, 1953)
Por El Fett
Rivalidad, coplas, serenatas, comedia y los ídolos de México en un único evento fílmico y duelo actoral (donde es evidente el mayor talento de Infante en comparación con el de Jorge Negrete), la primera y última colaboración entre estos dos no solo daría como resultado quizá la comedia ranchera más significativa del cine nacional, sino también un cuento de romance y desamores que bien comenzaba a resquebrajar el mito del “macho” mexicano, en una sub tangente de empoderamiento femenino que dejaba muy mal parado (de manera comiquísima y sabrosa con esas cantadas) a estos dos “sombrerudos”. Sus secuencias musicales excelentemente actuadas, fotografiadas por Figueroa y dirigidas por Rodríguez son exquisitos manjares del cine nacional
Él (Luis Buñuel, 1953)
Por El Fett
Pieza que de nuevo denota la influencia de Buñuel en Hitchcock (este la nombró su película favorita) hacia películas como North by Northwest y Vertigo; la primera en su sutil pero crítico manejo de un humor muy negro y en la segunda obviando la obsesión de su protagónico. Sin embargo con Él, Buñuel no solo logra obtener uno de los retratos más tétricos sobre la paranoia y los celos, sino también en una segunda tangente casi imperceptible, hace que de nuevo la esfera alta de la sociedad se comporte como el generador y principal responsable de engendrar estos monstruos repletos dobles caras e hipócritas, elemento predilecto del cineasta que en esta ocasión reduce su dosis surrealista. Mención aparte para la gran actuación de Arturo de Córdova.
Los Fernández de Peralvillo (Alejandro Galindo, 1954)
Por Flaco Cachubi
El director Alejandro Galindo retrata en este melodrama urbano a la clase proletaria del México de los años cincuenta. Relata la historia de Mario Fernández (Victor Parra), un vendedor de licuadoras quien frustrado y resentido por no salir de pobre, hace caso a los consejos de su tío arrimado y vividor (Andrés Soler) de entrarle al “negocio” de un amigo de la infancia (David Silva), miembro de una sociedad que distribuye medicinas de dudosa calidad. Película en donde la Ciudad de México otra vez juega un papel importante en el desarrollo de los acontecimientos convirtiéndose en testigo de las ambiciones de un individuo decidido a subir en la escala social a cualquier costo.
El Casto Susano (Joaquín Pardavé, 1954)
Por Cat Movie Lee
Dos años más tarde y luego de ver los resultados que Silvia logró al lado de Tin-Tan, el gran Joaquín Pardavé decidió que quería a la señorita Pinal para formar parte de una de sus más grandes cintas (él la escribió) y con la cual lograría uno de los personajes más entrañables de la época dorada del cine nacional. Un hombre “puritano” que viaja a la capital para conocer clubs nocturnos diciendo que él es soltero aunque no es verdad. El debut en la gran pantalla del mismísimo Antonio Aguilar y el derroche de belleza y carisma de Mimí (Silvia) hicieron las delicias de un público que puede disfrutar una historia llena de enredos, risas y una que otra verdad. Todos bajo la dirección del propio Pardavé.
La Ilusión viaja en tranvía (Luis Buñuel, 1954)
Por El Fett
Incluso la que pudiese haber parecido la menor obra de Buñuel en México, en manos de los personajes ideales, la cultura e idiosincrasia mexicana, se convierte en una de las fábulas más ágiles y divertidas del cine nacional, una ida y vuelta en tranvía que tal vez conglomere todos las bases técnicas y narrativas para lograr dar cátedra sobre el ritmo, en este caso ideal y que pasa la raya de la perfección. Al borde de la “caricaturización”, esta comedia es tan entrañable que se encuentra construida y dirigida para todo nivel y edad de audiencias, sus personajes, el héroe, su “patiño”, la doncella y por supuesto ese tranvía (que se convierte en el verdadero protagonista del film), entablan una química conmovedora. El final en el punto de partida es de antología
Historia de un abrigo de mink (Emilio Gómez Muriel, 1955)
Por Cat Movie Lee
Una de las más fascinantes historias en donde la figura de Silvia, no solo es fundamental para el desarrollo de los relatos que se cubren bajo el calor de un abrigo de mink como el hilo conductor de toda la cinta, sino que además, muestra una de sus mejores actuaciones. Margot (Silvia) encabeza a 4 maravillosas mujeres (Irasema Dilián, Columba Domínguez y María Elena Marqués) con sus diferentes historias, todas con ambiciones, sueños e ilusiones en torno a la elegancia que en aquella época (mitad de los años 50) podía otorgar tan fina prenda de vestir. No solo se ve bellísima sino que actúa estupendamente. Buñuel confesaría que ésta fue pieza clave para elegirla como una de sus piezas favoritas para tres de sus mejores películas: El ángel exterminador, Simón del desierto y Viridiana
Ensayo de un Crimen (Luis Buñuel, 1955)
Por El Fett
Era clara la fascinación que el mismo Hitchcock sentía por Buñuel al grado de cuestionar justamente si la obra del “Maestro del Suspenso” hubiera sido la misma sin esta asesina cajita de música y la mente siniestra de Archibaldo de la Cruz, “El Señor Telenovela” Ernesto Alonso enfundando en uno de los más pintorescos personajes de Buñuel dentro de una de sus piezas más divertidas e intrigantes. Un juego de géneros entre el thriller, el romance y la comedia negra es también 5 años antes de Psycho, uno de los usos más eminentes del recurso “mcguffin”. Coqueta, siniestra y tierna, el ensayo de Buñuel también comprende ciertas dosis de morbo y perversiones al incluir en su cuento a la hermosa Miroslava, pecado y salvación de nuestro peculiar asesino.
El Vampiro (Fernando Méndez, 1957)
Por Flaco Cachubi
A finales de los años 50, el cineasta Fernando Méndez tuvo el acierto de adaptar el mito del vampiro al contexto rural nacional. El conde Karol de Lavud encarnado en forma magistral por Germán Robles cayó como anillo al dedo en la filmografía mexicana, pues lo más cercano a cine de horror que teníamos eran las nacientes cintas de luchadores. La correcta dirección y manejo del género de Fernando Méndez, el guión de Ramón Obón, la fotografía con tintes expresionistas de Rosalío Solano y los decorados del artista plástico Gunther Gerszo, la ubican como uno de los filmes más celebrados dentro y fuera de nuestras fronteras.
Ladrón de cadáveres (Fernando Méndez, 1957)
Por El Cine Actuario
El cine de luchadores en México fue tan absurdista pero a la vez tan creativo, que todo resultaba en una mezcla extraña pero a la vez encantadora; al punto de que se podía combinar western, terror y acción en un mismo platillo, no es de extrañar que por esas características Ladrón de Cadáveres elevo estos elementos a la décima potencia convirtiéndose (quizás sin querer) en un referente inmediato del cine de serie b (científicos locos, ladrones de tumbas, gorilas con cerebros de humano), resultando en una combinación tan extraña pero a hilarante. Hollywood tendrá sus Tomates Asesinos, pero nosotros no le pedimos nada con nuestro Odgen y nuestro Vampiro Ranchero.
Tizoc (Ismael Rodríguez, 1957)
Por El Fett
Rodríguez encontraría en Infante el socio perfecto desde la primera vez que lo dirigió en 1944, logrando una mancuerna legendaria que terminaría con el pináculo artístico de Pedro al menos en cuanto a su fama internacional se refiere, ganando la mejor actuación en el Festival de Berlín. Ismael tomaría el Pedro macho, y aunque respetaría de cierta forma esa imagen fílmica en algunos de sus proyectos, fue cuando ese arquetipo se quebrara dónde ambos encontraban sus mejores colaboraciones, por ejemplo el indio Tizoc, un remanente del pasado mexicano que entregaría a su amor a una poderosa hembra llamada María Felix, que en este caso funge como una amalgama espiritual y humana, ideal para el indio. El Romeo y Julieta de México, el final es inolvidable
Nazarín (Luis Buñuel, 1959)
Por El Fett
Quizá la obra más irónica y contradictoria de Buñuel, Nazarín es una fresca reinvención del relato de Jesucristo con ricas variantes a la orden de la faceta más religiosa y alejada de su declarado ateísmo por parte del cineasta español. La presencia de un sacerdote intachable en un lugar de pecado, obligan a que el personaje y hombre de Dios comencé una odisea de predicación a la que se le unirán sus apóstoles, dos féminas que simbolizan el conflicto entre el fanatismo y la fe, y que a la postre alimentarán la pasión y el via crucis de aquel hombre en un viaje con muchas connotaciones espirituales y sociales, tan surrealistas como brutalmente palpables. En su diversificación Buñuel logra sustraer al hombre de la divinidad y situarlo en un cruento México.
La Sombra del Caudillo (Julio Bracho, 1960)
Por El Fett
Aunque padece de algunos problemas de montaje, el retrato sobre la seducción del poder y la caída de los viejos caudillos en el sistema burocrático se convierte en una oda triste a la memoria del conflicto armado en la transición de la figura del “General” en el político. El mismo periodista, historiador y diplomático Martin Luis Guzmán adapta su propia obra bajo ese romanticismo que lo sitúa como uno de los pioneros de la novela revolucionaria, dejando que la gestión administrativa apague gradualmente la honorabilidad de los “héroes” en un México transitorio, precediendo así la crítica fílmico?política que en aquellos tiempos se acentuaba con la libertad de expresión bajo el régimen presidencial de López Mateos.
El Esqueleto de la Señora Morales (Rogelio A. González, 1960)
Por El Fett
Claramente estamos hablando de la mejor comedia negra de nuestro cine, una pieza ineludible dentro del brillante y original humor mexicano a partir de la imagen de una terrorífica institución conyugal que alude de nuevo a la muerte como principal socia narrativa. La excepcional interpretación de Arturo de Córdova va más allá del valor histriónico, convirtiéndose en un débil reflejo machista que confronta a dos valores intocables de la idiosincrasia nacional: la espiritualidad y el matrimonio. ¿Se imaginan al machismo rebajado y expuesto en dicha época? Esto desembocará en consecuencias tan funestas como hilarantes, presentando a una de las villanas del cine mexicano por antonomasia en donde la psicosis perdurará hasta en los huesos.
Macario (Roberto Gavaldón, 1960)
Por El Fett
Nuestra celebración y veneración fílmica hacia la figura que nos define como cultura: la muerte. En la conversión surreal y espiritual de Macario convergen todas las creencias populares y simbologías de nuestra raza, dirigidas con soltura por un Gavaldón que sitúa al ángel de la muerte como un ser tan complejo para el adulto como simplista y didáctico para un niño. La fábula del Día de Muertos, festividad que antes lo ojos del mundo comunica nuestra esencia, es enriquecida por la obra visual más grande del otro héroe fílmico nacional, un Gabriel Figueroa inmerso en la metáfora de la muerte, nuestra eterna cómplice. La libre interpretación rodea a un relato que para algunos pudiera ser trágico, mientras que para otros simplemente representa la redención misma.
Ánimas Trujano (Ismael Rodríguez, 1961)
Por El Fett
Ganadora del Globo de a la mejor película extranjera, resulta sui generis la comunión del gran Ismael Rodríguez con el legendario Toshiro Mifune, el primero padre directivo del macho charro mexicano con su socio Pedro Infante, el segundo, el retrato histriónico perfecto del samurái japonés extensión de Kurosawa. A pesar de que el método del teatro kabuki logra desentonar en algunos pasajes de su desarrollo, no se puede negar el gran mérito de Mifune al enfundarse como el odioso, borracho y vividor mexicano que quiere ser mayordomo, en una dura metáfora y sátira del poder, machismo y de las cábalas, un tema tabú incluso para aquellos tiempos que el director supo encausar con mucha precaución y astucia dentro de la burla implícita a sus interpretaciones.
Tlayucan (Luis Alcoriza, 1961)
Por El Fett
Los otros olvidados, aquellos prisioneros del clero, del dogma y de su “impuesto”, no se encuentra muy lejos del nivel del mismo Buñuel, y con una gran capacidad de análisis y crítica social, sugiere un cuento de hadas y de horror surrealista con símbolos tan duros como hilarantes (la religión y sus seguidores hipócritas como cerdos), convirtiendo a este complejo drama en una ironía cómica casi palpable y más actual de lo que parece. Este ejercicio maestro de degradación social incurre también con grandes diálogos (Alcoriza era mejor guionista que director) en el erotismo y la redención, incluyendo uno de los mejores papeles de Andrés Soler, el eterno villano aquí tan infame como honesto (quizá la única persona cuerda en ese pueblo olvidado)
Los Hermanos del Hierro (Ismael Rodríguez, 1961)
Por El Fett
El western mexicano es salvaje, es revolucionario, es musical, en ranchero, es Antonio Aguilar luchando contra su hermano por el amor de la joven Jacinta, una hermandad que fue forjada a raíz de la violencia, de un silbido y del asesinato de su padre, y posteriormente alimentada por la sed de venganza de su madre, la enseñanza de un pistolero y la conducta sanguinaria desatada por el menor de los Hierro. Un western complejo, sádico y romántico, que puede equipararse sin problema a las piezas europeas o estadounidenses y que en su innovación hacia con la idiosincrasia mexicana, trasgrede a la figura de la madre para situarla como villana, haciendo que esta ágil y desembocada cacería termine en una previsible pero genial y metafórica tragedia.
Rosa Blanca (Roberto Gavaldón, 1961)
Por El Fett
Un dato tan curioso como trágico en esta cinta no es solo el destino del personaje que López Tarso interpreta (un símbolo y/o extensión de la opresión capitalista sobre los terratenientes originales, obligados y sacrificados con el objetivo de adquirir sus propiedades), sino también el hecho de que su proyección estuvo prohibida durante ¡11 años! ¿Por qué? Por ser un testimonio sobre la verdadera historia dela “expropiación petrolera”, preludio a la misma de los años 30 y en dónde por cuestiones políticas se prefirió mejor no exhibir las falsedades que dictan los libros de texto y los gobiernos en turno. López Tarso lograría hacerse de su primer Ariel como mejor actor (el segundo sería solo honorífico en 2007)
El Ángel Exterminador (Luis Buñuel, 1962)
Por El Fett
La oda a la tortura del burgués, el Buñuel más surrealista goza con el resquebrajamiento del abolengo y encierra en un cuarto a una serie de personajes tan falsos como despreciables, donde el castigo por el boleto de la hipocresía tiene el mismo costo de acceso y la misma hora de salida. Cuando el exterminador está cerca, los sueños se hacen tangibles y los secretos comienzan a descubrirse, el comportamiento animal a aparecer y la desesperación que pudiera convertir en humanos a estos engendros a vislumbrarse. El director ha contraído la maduración para dotar a su siniestramente excepcional relato de ese equilibrio satírico que en muchas ocasiones hace parecer a la puesta en escena en una comedia accidentada donde “aquí no pasa nada”.
El Tejedor de Milagros (Francisco del Villar, 1962)
Por Cat Movie Lee
En ‘Cristo de nuevo crucificado’ del griego Nikos Kazantzakis, la posibilidad de que, si Cristo volviese a nacer, volvería a morir a manos del hombre, es una realidad atroz y burlesca que supera la ficción. En ‘El tejedor de milagros’, pasa algo similar. En pleno 24, el fanatismo, la avaricia, la ignorancia y la casualidad se apoderan de un pueblo al cual van a dar Arnulfo y su mujer (a punto de dar a luz) Jacinta. En esta Navidad mexicana, no hay nieve ni papá Noel, pero sí el nacimiento de un niño pobre en un establo ¿le suena? Haga el favor de contemplar esta joya surrealista de nuestro cine y de la infamia humana, protagonizada por los maduros y enormes Pedro Armendáriz y Columba Domínguez. La fotografía es de Gabriel Figueroa ¿algo más?
Tiburoneros (Luis Alcoriza, 1963)
Por Edgar del Valle
Protagonizada por Julio Aldama, Dacia González, Tito Junco. Un drama que nos relata las vicisitudes de un pescador de tiburones que es reconocido como el mejor, que vive con su amante, a cuya familia ayuda económicamente y que en un momento dado debe decir si quedarse en el pueblo o regresar a la ciudad en donde vive su familia. La dirección de Alcoriza permite que un melodrama que en manos de otro director se convirtiera en una película costumbrista más, se transforme en el análisis sobre las diferentes perspectivas que se le presentan al individuo para realizarse como ser humano. La cinta lograría premiarse con el mejor guion en el Festival de Mar de Plata, y la prensa mexicana le otorgaría la distinción como mejor película en 1963.
El Hombre de Papel (Ismael Rodríguez, 1963)
Por El Fett
Un cuento de hadas a la usanza de México, tan sui generis como surreal, y único en captar la desesperanza y la aventura, la ternura y la tragedia con los mismos niveles de emotividad y calidad narrativa. La odisea de un hombre mudo por conquistar a una mujer y así poder cumplir su principal objetivo: tener un hijo, es magistralmente interpretada y dirigida por Ignacio e Ismael, que derivan en una montaña rusa de sentimiento de principio y a fin y en dónde se respira en cada momento ese eterna característica “aspiracional” que define al mexicano. Se podría decir que Ismael consigue sus “Olvidados”, pero moldeado a su estilo errante y de fábula, incluyendo dos que tres toques surreales y un final que primero te desgarra, y luego te vuelve a dar vida.
El Gallo de Oro (Robert Gavaldón, 1964)
Por Edgar del Valle
Basada en un cuento de Juan Rulfo y con el guion del propio director, de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, nos encontramos ante una buena película y con atinadas actuaciones. El gallo de oro se encuentra en la posición número 41 de la lista realizada por la revista SOMOS dentro de las 100 mejores películas del cine, pero también denota que el Gallo de Gavaldón era López Tarso, que aquí interpreta a un humilde pregonero que recibe un gallo dorado moribundo al cual logra revivir con sus cuidados. El gallo -que es de pelea – vence a uno del gallero que posteriormente pretende comprárselo, a lo cual este se niega, pero sólo el enamoramiento de una mujer “La caponera”, podrá convencerlo.
El Gangster (Luis Alcoriza, 1965)
Por Edgar del Valle
Con la participación de por Arturo de Córdova y Angélica María. Primera cinta y quizá la única comedia, como tal, dirigida por Alcoriza, en la que él demuestra su versatilidad para narrar la historia de un gánster que pretende redimirse de su pasado criminal, dando lugar a situaciones sumamente cómicas. A pesar de ser una película menor en la filmografía del director, cumple su cometido de lograr una cinta sin grandes pretensiones artísticas, pero con un éxito comercial que resaltaba de entre la media nacional. Cabe destacar que esta sería la sexta película de Alcoriza en apenas seis años como director, los cuáles ya asentaron un estilo único de crítica social con ciertas similitudes en cuanto a su discurso, pero ya diferenciado y separado de Luis Buñuel gracias
Viento Negro (Servando González, 1965)
Por El Fett
Este viento de desgracias significa más que un potente drama tan surrealista como su progresión de acciones y tragedias, no apta para los corazones sensibles y/o emotivos. Pareciera que esta película de cierta pérdida en el tiempo marcaría en su año el final de aquella tendencia de sufrimiento social del cine mexicano y su época de oro, para dar pie en los consecuentes años a una etapa incierta, de surrealismo y origen “del caifán” y de “la fichera”. Un parteaguas pues que raya en el género de la aventura y se aleja del melodrama por su inquietante carga de tensión y suspenso, tal vez estemos ante el récord narrativo de la seguidilla de tragedias mejor estructuradas dentro del cine nacional
Los Caifanes (Juan Ibáñez, 1967)
Por El Fett
El “caifán”, gente de barrio que todo lo puede, entes bandoleros, poetas callejeros y criaturas nocturnas de la Ciudad de México que han forjado su folclor y lenguaje: “Una rubia bien elodias”, “Pasajeros al tren”, “las sobrinas de las otras botellas”, dialectos que solo aquellos que reconozcan el sabor de unos sabrosos tacos de cabeza y la guitarra y canto de Oscar Chávez podrán identificar y/o traducir. Ibáñez construye una odisea autóctona estilo guerrilla, una road movie llena de pasión, aventuras y elementos surrealistas que van desde un diablo mesero y las noches mágicas del cabaret, hasta un Carlos Monsiváis como un Santa Claus borracho. Sin duda, Los Caifanes es nuestra “Dolce Vita”, nuestras “Luces de Variedad”, nuestra postal nacional influenciada por Fellini.
El escapulario (Servando González, 1968)
Por Cat Movie Lee
Hasta hace poco supe que esta cinta fue innovadora en su tiempo, pues utilizó corrección de color, tomas subjetivas y otras técnicas impresionantes no propias de la época que hacían que el espectador viera a través del personaje; un gran paso para Gabriel Figueroa, quien lejos de los claroscuros (que también son vitales en la cinta) y el preciosismo de sus nubes como sello del gran cine de la época dorada, salió de esta zona de confort para experimentar en una historia que transcurre durante la Revolución Mexicana y en donde la muerte ronda y se aleja por el sortilegio de un mágico escapulario que protegerá a 3 hermanos de caer a su lúgubre sombra. Una película obligada para complementar esos tops de historias para ver en los últimos días de octubre y primeros de noviembre, esos que huelen a cempasúchil, velas e incienso. Cuando escuche el tenebroso ¡Bájame! De un ahorcado, entenderá de lo que le hablo.
Hasta el viento tiene miedo (Carlos Enrique Taboada, 1968)
Por Chikilla
Sin duda la película más emblemática del director Taboada (pero no así la más premiada, pues esa fue Veneno para hadas). El sonido, sin duda el sonido es lo que mantiene al espectador en un constante estado de alarma. Esos ventarrones nocturnos que se cuelan por las ventanas no volverán a ser los mismos después de ver esta película. Trata de Claudia, una chica que estudia en un internado para señoritas y quien antes de que las vacaciones comiencen tiene una serie de pesadillas y visiones que la ponen al borde de los nervios.Destacadas actuaciones de la bellísima Maricruz Olivier y Marga López en la cinta más icónica de todo el género de terror del cine mexicano.
El Grito (Leobardo López Arretche, 1968)
Por El Cine Actuario
El genero documental ha sido uno en los que más ha brillado en el cine mexicano, especialmente porque se trae una escuela donde el hilo narrativo tiende prácticamente “de un hilo”. Hasta la fecha se han hecho varias representaciones artísticas dentro del cine sobre el año de 1968, pero quizás la más destacada dentro del género de “no ficción” es el documental: “El grito” principalmente por la parte visual no es conducida desde una perspectiva exterior, sino interior de lo que aconteció dentro de esos años permitiendo un enfoque mucho más humano del movimiento y que remarca lo horripilante que fueron estos crímenes de estado. Material obligatorio para quien quiera ser documentalista.
Mecánica Nacional (Luis Alcoriza, 1971)
Por El Fett
Luis Alcoriza, prodigioso guionista y director mexicano, quizá es el que mejor haya dado testimonio de la degradación humana, espiritual e ideológica en la que puede caer la sociedad mexicana. Uno pensaría al ver este divertido caos que estamos ante una proyección surrealista al más puro estilo de Buñuel, sin embargo para bien o para mal la realidad quizá nunca se haya presentado tan desvergonzada, dando por sentado una culpable empatía hacía todos los personajes que desfilan en este aquelarre, este festival de ruido, ficheras, cómicos, alcohol, juventud y cultura nacional. La presencia de Sara García y el destino de aquella matriarca como elemento tan distractor como complejo en su trama, es una pincelada narrativa y maestra
El castillo de la pureza (Arturo Ripstein, 1972)
Por Cat Movie Lee
En plena década de los 50, la prensa mexicana sacó a la luz uno de esos casos que sacudió a la sociedad de aquel entonces, la policía había arrestado a un hombre que durante casi 20 años, había mantenido encerrada en su casa a su familia bajo la premisa de que el mundo exterior era malo y que él sería una especie de dios proveedor que los mantendría. Al rescatarlos, aquellos niños y adolescentes con nombres desconocidos para el santoral como: Indómita, Bienvenir, Soberano, Triunfador o Libre… la historia era tan impactante que fue imposible resistirse llevarla a la pantalla grande. Originalmente pensada en ser protagonizada por la gran Dolores del Río, las diferencias entre ésta, Ripstein y el enorme José Emilio Pacheco (encargado del guion) cambiaron los planes para sus figurantes, pero no así para hacer de esta cinta un referente que junto a otros ejemplos como El apando, o Las poquianchis encontraron en la vida real, inspiración pura y dura para convertirla en cine.
El Profeta Mimi (José Estrada, 1973)
Por Edgar del Valle
La cinta está basada libremente en hecho reales sucedidos en el aquel entonces Distrito Federal, relacionadas a dos asesinos seriales: Goyo Cárdenas y Higinio Sobera de la flor, famosos en su época. La película, filmada en locaciones del Centro Histórico, como la Plaza de Santo Domingo y la colonia Guerrero, narra la historia de Ángel Peñafiel “Mimi” (López Tarso), un hombre maduro que debido a un trauma ocasionado por haber sido el asesino de su padre y una prostituta que lo acompañaba, y al exagerado fanatismo religioso de su madre (quien asume la culpabilidad del homicidio), se convierte en un asesino serial de prostitutas con la finalidad de redimirlas. Como siempre y para no variar nos encontramos con una soberbia actuación de uno de los mejores actores del cine mexicano, que lo hizo acreedor a una nominación al Ariel como mejor actor.
Presagio (Luis Alcoriza, 1974)
Por Edgar del Valle
Guion de Gabriel García Márquez y Luis Alcoriza, fotografía de Gabriel Figueroa y con la participación de un elenco multiestelar. Cinta de realismo fantástico que narra como una mujer que atiende un parto, pronostica que algo terrible va a pasa en el pueblo, tras rompérsele una botella donde hace soplar a las parturientas. A partir de este presagio, las calamidades atormentarán a los lugareños y los llevarán a buscar a los culpables de tan terrible situación. A pesar de que a Alcoriza le molestaba que se refirieran a él como un alumno de Buñuel, en esta cinta se ve la influencia de este director en su obra, siendo sin duda uno de sus mejores proyectos cinematográficos. La película se hizo acreedora a 2 Ariel (guion e historia original), además a una mención especial en el Festival de San Sebastián.
Fe, Esperanza y Caridad (Albero Bojórquez, Luis Alcoriza, Jorge Fons, 1974)
Por Edgar del Valle
Película dramática mexicana compuesta por tres relatos, dirigidos por Albero Bojórquez, Luis Alcoriza y Jorge Fons. El más estacado es el de Alcoriza, denominado “Esperanza”, donde cuenta la historia de un hombre de profesión faquir, que se exhibe crucificado en una carpa para ganar el dinero que necesita y comprar una casa a su madre. Los clavos usados para la crucifixión no son totalmente de oro, pues el empresario los compra ligeramente bañados en ese metal, así que Gabino enferma y muere. Nuevamente vemos a un director comprometido socialmente, confrontando el comercialismo de la sociedad y parlamente el fanatismo religioso. Sin duda alguna, que vale la pena ver los tres capítulos de los que está compuesta esta película.
Rapiña (Carlos Enrique Taboada, 1975)
Por El Fett
Quizá vaya a decir algo muy cuestionable e incluso grosero para los fans del terror mexicano, pero las cintas sobre dicho género que realizó Taboada me parecen sobrevaloradas, indicios de lo “mejorcito” que pudo hacer México en dicho rubro. Por otro lado el talento directivo de Taboada era innegable, incluso cuando este trabajaba fuera del terror para dirigirse hacia el thriller, como en este muy olvidado caso, donde la avaricia parece instruir a la sociedad mexicana, corrompiéndola bajo un excelente libreto y actuaciones (Tarso de nuevo brillante) que sin duda marcó influencia para las metáforas sociales de la actualidad dentro de un clasismo y características muy marcadas dentro de los estratos nacionales. Muy adelantada su tiempo
Canoa (Felipe Cazals, 1976)
Por Edgar del Valle
Basada en hechos reales acontecidos el 14 de septiembre de 1968 (unos días antes de la masacre de Tlatelolco) narra la persecución y linchamiento de unos trabajadores de la Universidad de Puebla, por parte de los pobladores de San Miguel Canoa, incitados por el párroco local, quien los acusa de ser comunistas radicales, que pretenden apoderarse de la localidad. En 1976 El director ganó el Oso de Plata de Berlín del premio especial del jurado y ese mismo año también fue nominado al Ariel de Oro por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Este filme ocupa el lugar 14 dentro de la lista de las 100 mejores películas del cine mexicano, según la opinión de 25 críticos y especialistas del cine en México, publicada por la revista somos en julio de 1994.
El apando (Felipe Cazals, 1976)
Por El Cine Actuario
Una cinta difícil de ver y digerir, pero que gracias a una estupenda edición y una fotografía espectacular, el maestro Cazals crea una experiencia claustrofóbica y a la vez psicológica, que nos obliga a meternos en la mente de estos dos sujetos y su declive derivado de su estado de letargo generado por el consumo constante de estupefaciente y el encierro en el que están. Este elemento funciona de manera impecable gracias a las actuaciones de Salvador Sánchez y Manuel Ojeda. Cazals no busca el morbo, sino crear consciencia y entablar una crítica de los defectos del sistema penitenciario nacional. Su mayor aporte al cine nacional con esta película es que los temas que tocaba el “Cine Nacional” como la pobreza o la injusticia dejaron de ser retratados con edulcorante y comenzaron a darle una perspectiva mucho más agria, completando ese giro que Buñuel dio en su momento.
La Viuda Negra (Arturo Ripstein, 1977)
Por El Cine Actuario
Dirigida por Ripstein, para la época de los 70 fue una película polémica, pues a través de la historia del amorío prohibido de un sacerdote y una mujer atosigados por los injuriosa de un pueblo prejuicioso, se hace una critica dura hacia varios aspectos de la sociedad mexicana; desde la devoción religiosa hacia la fe católica, la doble moral , el machismo e incluso la forma en que los grupos privilegiados acechan a los más vulnerables, todo esto genera que la inocencia y pureza de nuestra protagonista poco a poco se vaya rompiendo. Con una fotografía impecable e Isela Vega dando catedra de actuación, “La Viuda Negra” es Ripstein en estado puro, duro, impecable, incomodo, pero honesto en el mensaje que quiere llevar.
El Lugar sin límites (Arturo Ripstein, 1978)
Por El Fett
El perfume de gardenias suena en un lugar de pecado, de perversión, un lugar sin ningún límite. La omnipresencia de Ripstein convierte a este bacanal en un cuento de hadas exótico, donde el machismo sucumbe ante el legendario beso de la Manuela y el aspecto político carece de toda decencia. Ana Martin y Gonzalo Vega lucen sensacionales, pero es Roberto Cobo quién se erige como el verdadero camaleón olvidado del cine nacional frente al neorrealismo de un autor en su máxima expresión, el cual desde sus primeras etapas nos confina a lugares aislados y lúgubres para acentuar la tragedia dentro de un tratamiento de fábula adulta. Cabe destacar la participación de Don Fernando Soler, como siempre brillante en una de sus últimas participaciones.
Los motivos de Luz (Felipe Cazals, 1985)
Por Flaco Cachubi
Tomando como punto de partida el interrogatorio al que es sometida Elvira Luz Cruz (una soberbia Patricia Reyes Spíndola), para aclarar las circunstancias y los motivos que presuntamente la llevaron a estrangular a sus cuatro hijos, el director mexicano Felipe Cazals desarrolla un filme desgarrador basado en el caso real de una mujer doblemente enjuiciada; por un lado por las autoridades y, por el otro, por un sector de la sociedad en franca descomposición regido por la violencia física y psicológica. El lente de Felipe Cazals captura una realidad lacerante, una situación que por desgracia prevalece hasta nuestros días y que es consecuencia de la pobreza extrema que aqueja a nuestro país.
Rojo Amanecer (Jorge Fons, 1989)
Por El Fett
A la fecha se mantiene tan polémica, esclarecedora e impactante como en la fecha de su estreno, la película insignia de la masacre del 68 agradece su brutalidad al sentido narrativo “minimalista” de un Fons sin ninguna pizca de concesión. Todo el suspenso y el sentido de terror lo mantiene dentro de su departamento, en una tragedia que a pesar de conocer su final (desde las entrañas), te mantiene al borde del asiento como queriendo esperar otra cosa, un halo de luz, de esperanza o de piedad. Lo más terrorífico de este amanecer es irónicamente lo honesta que es, centrándose en el discurso social de la matanza y por supuesto en su mensaje de justicia y denuncia hacía nuestra cruz como nación, un “suceso” que no se olvida ¡Nunca!
Danzón (María Novaro, 1991)
Por Cat Movie Lee
Danzón es una joya al más puro estilo del puerto jarocho, una cinta cadenciosa que se mueve entre las caderas de Julia, una hermosísima María Rojo que al compás de los danzones, unos tacones divinos y las olas de un amor, enamora con una chispa casi pueril. Dejar el trabajo, una hija, las amigas y la paradójica seguridad de la ciudad de los palacios por la búsqueda de un amor idealizado, es un mero pretexto para ir al encuentro de un paraíso tropical donde el encuentro del personaje principal, es precisamente con ella; con su feminidad, con amigas reinas de la noche, con una Carmelita Salinas (que sin ser pelada, hace una aparición primorosa con su canto y sus tazas de café) y el cuerpo joven vibrante y ansioso de un marinero en el que es ella quien arriba. Y digo yo, por qué en lugar de ponerles a las niñas a las princesas de Disney, no les enseñan a esta princesa del baile, que con su belleza, su ritmo y su pasión, se convierte en una auténtica musa contemporánea, y eso que estamos hablando de una cinta de principios de los 90. Un auténtico agasajo de María Novaro.
Como agua para chocolate (Alfonso Arau, 1992)
Por El Fett
El lenguaje se convierte en sabores y la comida mexicana consigue su protagonismo de parte de un romance de toques fantásticos, una alegoría que relaciona al amor y al sexo con el arte culinario y con las grandilocuentes cocinas mexicanas, llenas de secretos, experiencias, tragedias, grandes hornos y alegrías. Situando su origen durante el Porfiriato, prosiguiendo con la Revolución y trascendiendo gracias a un mito familiar transmitido por generaciones, la elocuente y cautivadora narración de Arau provee al cine mexicano de su “Cinema Paradiso”, ¿o será Cocina Paradiso?, agregando ese ingrediente secreto de tragedia y oscuridad dentro de un romance que funde a Lumi Cavazos con el australiano Marco Leonardi (Sí, el Toto de Cinema Paradiso).
Principio y Fin (Arturo Ripstein, 1993)
Por El Fett
El equivalente a lo “Lo que el viento se llevó” en nuestro cine nacional, este escalofriante y desgarrador retrato de realidad sobre la caída de la clase media a la pobreza (un suceso de bastante repetición en el contexto social mexicano) significó la obra magna de Ripstein a nivel mundial, símbolo también del renacer el cine mexicano de principios de los 90. Ganadora de la concha de oro de San Sebastián, sus 180 minutos se ven bañados también de la influencia de la época de oro, madurando la desgracia de sus argumentos en algo mucho más frío e inmisericorde, pero siempre teniendo de relieve el suspenso que dicta esa maldita esperanza de mejora, redención y salida de aquel triste hoyo. Difícil de ver sin duda.
Cronos (Guillermo del Toro, 1993)
Por El Fett
Por algún momento el cine mexicano vio en un regordete y talentoso cineasta tapatío, revivir las viejas glorias de la fantasía mexicana, pero ahora con la calidad y complejidad narrativa suficientes para hacerse premios de Cannes y Sitges. El recién ganador de Venecia se estrenaba con un film que parecía un engendro esplendoroso entre el terror alemán de los 20’s y la cultura mexicana. En sus barrios y anticuaros, en la lúgubre noche de la Ciudad de México, el terror y la fantasía resurgían con una brillante simpleza y originalidad, en una amalgama de corrientes, estilos y talento actoral gringo, español y mexicano que se regodeaban en esta revitalización del mito vampírico. A todos parece habérseles olvidado que Del Toro dio su mejor película en su debut.
El Callejón de los Milagros (Jorge Fons, 1995)
Por El Fett
Antes de los amores perros, el desaparecido Jorge Fons comulgaba los cuentos de un barrio y su vecindad para exponenciar la sensualidad y los secretos más íntimos y oscuros de una serie de pintorescos personajes tan conocidos como el vecino, el cantinero, la casera o los jóvenes ávidos por amor. Aquel callejón encausó una milagrosa adaptación de Vicente Leñero a la novela egipcia de 1947, viendo de nuevo en su customización al lenguaje y sociedad mexicana, la razón perfecta para redescubrir los sueños y reales identidades de estos elementos unidos por la convivencia casi utópica de su peculiar comuna. Sin duda, la aparición de Salma Hayek en aquel marco de ventana se ha convertido en un símbolo e imagen perdurable dentro del cine mexicano y la cultura popular.
Profundo Carmesí (Arturo Ripstein, 1996)
Por El Fett
Italia, México y Estados Unidos proveyeron al cine de la historia basada en hechos reales sobre los asesinos Martha Beck y Raymond Fernández, que en los 40’s aniquilaron casi a una veintena de viudas. Por supuesto que en manos de Ripstein la versión mexicana apabulló a sus contrincantes ganando el mejor guion en Venecia y haciéndose de un lugar en los anales de la industria nacional como uno de sus mejores thrillers. El cineasta logra una regionalización perturbadora bajo una sublime química entre Regina Orozco y Daniel Giménez Cacho, pareja que intima con la muerte y la crueldad de una manera tan asquerosa como fabulosa. Es propio de Ripstein impregnar de una culpa peculiar a su audiencia al lograr secretamente empatizar con sus enfermizas criaturas.
La Ley de Herodes (Luis Estrada, 1999)
Por El Fett
A pesar de su reciclaje narrativo en sus progresivas “secuelas”, esta “Ley” quedó plasmada como un divertido, brutal y realista estudio hacia el protocolo gubernamental del llamado “dinosaurio mexicano”, el partido político que ha gobernado con una “dictadura perfecta” el “infierno” del sistema ministerial nacional. A través de una genial interpretación de Damián Alcazar, esta sátira sobre la corrupción personal, social y económica desde una menor escala (un pueblito olvidado), representa de manera perfecta las formas en la que México ha sido sometido a un régimen dictador disfrazado de república democrática. De muchas maneras la risa alivia el dolor frente a esta ruin escalera de poder, y es que ciertamente “La Ley” está inundada de momentos geniales.
Perfume de Violetas (Marisa Sistach, 2000)
Por El Cine Actuario
No es que Maryse Sistach y Jose Bull se hayan adelantado a su tiempo, más bien es que las problemáticas sociales que desde el 2000 para acá enfrentan las mujeres en situación de pobreza en ámbitos urbanos no ha cambiado en absoluto. A través de un guion dinámico, una estupenda fotografía y actuaciones destacadas, “Perfume de Violetas” es una película dura, violenta, cruda pero cuyo objetivo es golpear en seco al espectador para hacerlo consistente de una problemática que hasta la fecha para muchos pasa por la vuelta de esquina, sin necesidad de caer en el morbo típico de televisora pública, ni de clickbait de Youtube, algo difícil de conseguir incluso para nuestros tiempos.
Amores Perros (Alejandro González Iñárritu, 2000)
Por El Fett
La ganadora de Cannes es la constancia de cómo Iñárritu concibió su obra maestra a partir de las raíces mexicanas. Bajo el formato de historias cruzadas y teniendo al “perro” como eje narrativo, testigo y víctima del ruin accionar humano en un choque clasista tan familiar como oscuro; tanto el guionista Arriaga como el director conciben una oda de autodestrucción en sus primeros dos actos para después rematar con un gran final repleto de redención, generando luz a partir de la proyección más oscura de aquella evolución del México Olvidado. Las clases medieras (altas y bajas) se combinan con el estrato más bajo usando al fiel e instintivo “animal” como metáfora, el cual compartirá a través de su sacrificio la tragedia y misma resurrección de su(s) dueños.
El Violín (Francisco Vargas, 2005)
Por El Fett
“Se acabó la música“. Una frase que retumbará en los oídos y en la mente de todo amante del cine mexicano y que se ha vuelto el símbolo de nuestro último gran clásico, un neorrealismo sin espacio, atemporal, que puede ser aplicado a cualquier situación o circunstancia de la nación mexicana o latinoamericana de los últimos 100 años y que aún hoy en día seguiría vigente, trágicamente palpable y maravillosamente plasmada en lenguaje fílmico. 30 galardones que incluyen a Cannes y San Sebastián confirman que el Violín es como el cine de Vargas, solitario, perdido en el tiempo, íntimo y punzante. Quizá su vil industria se haya olvidado de él, pero el instrumento y las cuerdas de Don Plutarco ya viven por siempre en los anales del cine mexicano.
Abel (Diego Luna, 2010)
Por El Fett
Diego Luna demostró con su primer cinta detrás de cámaras que era un mucho mejor director que actor (por favor, alguien dígale que ya no actúe), un ágil cuenta cuentos muy cercano a la idiosincrasia de aquel cine mexicano en su época de oro, llena de dramatismo pero con toques de humor idóneos que sopesan y sobrellevan el tormento social y familiar, en este caso centrado en una familia que dentro de su gran química, son controlados por el trastorno mental de un niño. Al final es interesante como el director maneja esa doble comunicación y delgada línea entre la demencia y el trauma, causas y consecuencias del mismo abandono patriarcal en la búsqueda por el “sueño americano”, una dolencia histórica y perpetua en nuestra sociedad
El Infierno (Luis Estrada, 2010)
Por El Fett
Una obra polémica que ha envejecido bien, tanto para la gloria del cine mexicano como la desgracia social que sigue acarreando el país. Menor que La Ley de Herodes pero aun así tan cruenta como punzante, los riesgos tomados por Estrada son de aplaudir al situar a esta grotesca e “infernal” situación dentro de un corrosivo, culpable y muy divertido sentido de humor negro, muy, muy, muy negro. Así como en su momento variados personajes de Gavaldón, Rodríguez y Buñuel formaron parte de la cultura pop mexicana, quizá El Infierno aquí logre sobresalir de su Ley de Herodes en el posicionamiento “del Benny” y por supuesto del inolvidable “Cochiloco”, el arquetipo de ese amigo – enemigo del pueblo con Joaquín Cosío en estado de gloria
Somos lo que hay (Jorge Michel Grau, 2010)
Por El Cine Actuario
A simple vista se ve como una película gore de horror sobre una familia de caníbales cuyo patriarca y proveedor muere dejándola desamparada, pero nada más lejos de la realidad; la cinta es una radiografía indirecta de varios vicios de la idiosincrasia mexicana desde la excesiva dependencia al patriarcado, hasta un sistema de opresión que se “devora” a las clases más bajas, pero sobre todo a través de un estilo “engañoso” pero cuidadosamente sutil, el director prueba el punto de que el morbo es un sentimiento que impera bastante en la sociedad mexicana. Un experimento interesante con el cual no hay medias tintas; o amas esta cinta o la terminas odiando.
La Jaula de Oro (Diego Quemada-Díez, 2013)
Por El Cine Actuario
La migración México- USA es un tema recurrente tanto en producciones gringas como mexicanas, pero son muy pocas las películas que han decidido tocar la otra perspectiva de la migración Centroamérica-México, que incluso por las condiciones sociales es mucho mas dura. Con un estilo documental con una fotografía intimista, escasos diálogos, y más pegándole al estilo documental el director crea una experiencia inmersiva con un único propósito; generar empatía. Así mismo, quizá estamos ante uno de los mejores esbozos en cuando a dirección de actores infantiles se refiere. La otra desgracia de su relato es la desaparición de la escena de su director, que no ha dirigido nada desde esta cinta
Vuelven (Issa Lopez, 2017)
Por El Cine Actuario
La película es una combinación entre cine fantástico y realidad, parecido un poco a la mejor versión que tuvimos de Del Toro, solo que Issa López no intenta utilizar el primero como escaparate para el segundo, sino que básicamente muestra lo peor de los mundos, por un lado el verdadero horror de la cinta radica en el realismo con la cual se interpreta y se toma el tema de la orfandad y el desamparo, así la película va poco a poco demostrando la crudeza de esta situación que viven miles de niños; por otro lado en la parte fantástica el deseo de una niña inocente termina por desencadenar un mundo tétrico que cargará en su espalda, así la realidad horrible da como consecuencia una fantasía desastrosa y a diferencia de otras cintas las dos no van el paralelo y laso son un reflejo. Una pequeña muestra de que en México con mucha creatividad si pueden hacer películas que verdaderamente terminen por espantar al público.
Sueño en otro idioma (Ernesto Contreras, 2017)
Por El Fett
Ganadora del Premio de la audiencia en la sección internacional de Sundance , Contreras construye un relato que evoluciona progresivamente en complejidad e interés, abarcando no solo la magia de un logrado contexto lingüista e indígena de bellas imágenes, sino también creando uno de los romances LGBT más conmovedores y atípicos que se hayan presenciado no solo en la poco inclusiva historia del cine nacional, sino también en un contexto fílmico internacional. Fresca y entrañable, con personajes perfectamente estructurados en todas sus cronológicas etapas, las variantes técnicas y narrativas de este cuento de hadas y de amor surreal la hacen una joyita contemporánea del cine mexicano. Se necesitan más riesgos así
Museo (Alonso Ruizpalacios, 2018)
Por El Fett
Uno de los nuevos orgullos nacionales – fílmicos toma el concepto “historia” como principal referente de un divertido y gran thriller, estableciendo que la naturaleza de la misma puede ser tan verdadera como ficticia según quién y cómo se narre, recayendo su absoluta veracidad solo en la persona que lo vivió. Ruizpalacios así replantea y traslada dicha “antropología” a sus dos parias protagonistas de uno de los robos más infames de México y que bajo su lente, se exhiben como dos antihéroes juzgados en una sociedad que justamente los ha olvidado. Una rica exposición histórica sobre el estilo fílmico mexicano, aquel año del 2018 vendría a darle al cine nacional dos de sus joyitas contemporáneas, una en el plano neorrealista, y esta otra dentro del thriller
Roma (Alfonso Cuarón, 2018)
Por El Fett
Cuarón firma su obra maestra en su país y desde su memoria, regalándole al mundo una invitación a la intimidad de su hogar y a los momentos de su niñez, los cuales se entrelazan con irónica familiaridad hacía con uno de los momentos claves y trágicos de la historia mexicana. Pieza donde coinciden su mejor estatus técnico y narrativo en un relato que de igual manera amalgama y confronta a los puntos clímax de su filmografía, el mexicano consigue que la inocencia y la violencia socio política encausen una explosión de sensaciones y emociones desgarradoras, pero sin perder de vista a su tonalidad de “cuento de hadas”. Obra neorrealista sobre un México surrealista, L escena del halconazo y el parto son parte esencial ya del cine nacional.
Familia de Medianoche (Luke Lorentzen, 2019)
Por El Fett
Con un lenguaje neorrealista que recuerda mucho a esa combinación entre ficción y documental del cine de medio oriente, el testimonio verídico de Lorentzen puede rayar en lo irreal no por su historia, sino por el entorno en el que esta se desenvuelve, una brutal, mágica y desalentadora Ciudad de México donde estos problemas políticos, sociales y de salud persisten con la singular naturalidad que simboliza al personaje mexicano, en este caso una tierna como trágica familia disfuncional donde el hijo mayor adquiere el protagónico y el rol de padre. Hipnotizador, su tenso y trepidante ritmo crean secuencias de verdadero y palpable suspenso; de las mejores piezas del cine mexicano en los últimos años.
Mano de Obra (David Zonana, 2019)
Por El Fett
Este preciso año se dio un evento formidable en nuestra industria fílmica, y ese fue el debut de David Zonana, que aniquila en su propio terreno, temática y crítica social a la muy inflada y mezquina “Nuevo Orden” del “experimentado” Michel Franco. Sin declaraciones promocionales y ámpulas, Zonana consigue un thriller sólido que exhibe los matices de las clases sociales de manera tan realista como brutal, amparándose en la naturalidad estética del cine mexicano (corriente neorrealista) y construyendo un antihéroe tan complejo como empático. La mejor película mexicana de la temporada 2019 – 2020, pudo haber sido incluso aún más, pero el final tambalea debido a la novatez de su director, que esperemos se mantenga en este nivel
Los Lobos (Samuel Kishi, 2019)
Por El Fett
Absorbente, la solvencia de su guion permite una compleja, precisa y entrañable introspección emocional y psicológica de sus “lobos” sin una sobre exploración de los sucesos que los llevan ahí, a un departamento de condiciones degradantes donde una madre soltera y sus dos niños deberán subsistir tras dejar México y buscar una mejor vida en los Estados Unidos. Cabe destacar la conexión que el director logra con Martha Reyes Arias, prometedora actriz que brinda un “tour de force” impresionante, con una solemnidad dramática que al igual que su argumento no pretenden aleccionar sobre la inmigración , sino solamente indagar en aquel momento clave en el que esta pequeña familia descubrirá su nuevo camino y destino. De lo mejor del cine mexicano de los últimos tiempos
101 – Totem (Lila Avilés, 2023)
Muchas condolencias en la vida diaria suelen ser artificiales, no porque sean falsas, sino porque los asistentes a un sepelio o funeral les es imposible conectar con el dolor de aquellos que han perdido a un ser querido (es natural, pues puede que no sean tan allegados al núcleo familiar o bien no han tenido a la muerte rondando tan cerca de su hogar). Tótem es un condolencia sincera y universal, una pieza artística que traspasa el formato fílmico para establecerse como un discurso humano y comprensivo hacía aquellos a los que la muerte ha visitado. La directora logra un ritual que celebra el traspaso de la vida hacía la muerte, y de paso una de las mejores películas mexicanas de los últimos años.
4 Comments
No creen que falta la recién estrenada Sin señas particulares?
Excelente lista, muchas se van directo a la watchlist!
La Ley de Herodes, el mejor título de una película en la historia jajaja
Cualquier iletrado pensaría que la expresión se refiere a una tranza política o a una reflexión bíblica profunda…pero no, sino que el la “Ley” con la que se rige la vida misma
Hubiera sido grato ver La Dictadura Perfecta (aunque entiendo que se trata de una obra menor en comparación con sus antecesoras). Así, en el top aparecería la trilogía de Estrada: La Trilogía de los 3 Poderes de la Nación (La corrupción, el narco y Telerrisa jajaja)
Por qué quitaron a TIZOC y A TODA MAQUINA