Los Colonos: Las buenas intenciones no hacen buenas películas

En los últimos años, la categoría que ha generado más expectativas en los Oscar se llama “Mejor Película Extranjera”, ya que representa otra alternativa a la visión estadounidense y que, gracias a la globalización, las películas seleccionadas lleguen más rápido a cartelera u otras plataformas.

Esta nueva dinámica ha permitido que veamos las propuestas que se quedaron fuera, permitiéndonos hacer las comparativas pertinentes con la que fue seleccionada por x o y país. Uno de los casos más destacables es el de Chile, quien no entendemos por qué eligió “Los Colonos” como su candidata para los Oscar. No solo porque la calidad es inferior a la de otras propuestas (como “El Conde” o “La Memoria Infinita”), sino también porque incluso en términos de branding, el nombre de Larraín tiene más peso en Hollywood (incluso el documental de “La Memoria Infinita” quedó en la pre lista de los Oscar)

La historia de “Los Colonos” se centra en un mestizo chileno, un militar inglés y un mercenario contratados por un rico estanciero para delimitar y reclamar las tierras del Estado. La parte técnica es impecable, con una fotografía limpia que utiliza elementos clásicos del western para resaltar de manera pulcra sus tomas panorámicas.

Narrativamente busca “deconstruir” el género para exponer la manera salvaje en la cual se colonizó la Patagonia. A pesar de que las ideas y los elementos están presentes, el director se enfoca tanto en el aspecto coral de su relato que se olvida de ensamblar los diferentes aspectos de su trama. Aunque establece las personalidades de sus tres personajes con respecto al conflicto de la colonización, apenas toca la superficie de las implicaciones sociales y psicológicas de lo que fue esta barbarie. De ahí que el desarrollo de las aventuras de estos se sienta como una serie de episodios cuya contribución a la tesis del director en algunos casos es nula.

Este es el problema de “Los Colonos”: para ser un tema con varias aristas, se queda sumamente corta en su contenido, siendo otro ejemplo de estilo sobre sustancia, donde la puesta en escena es más importante que el guion.

Los últimos minutos quizás sean los más interesantes al exponer que, gracias a esta colonización salvaje y en un intento de unificación estatal, se procedió a una colonización más silenciosa a través del “blanqueamiento” impuesto de una sociedad con el fin de “civilizarse” hacia el progreso. Hubiera sido interesante conocer un poco más de este tema, sin embargo, “Los Colonos” lo expone en tan poco tiempo que el resultado o el discurso termina por sentirse incompleto.

Calificaciones

Dirección – 3.0 (se salva mucho en aspecto técnico).

Guion – 2.0 (incompleto y con cabos sueltos).

Actores – 1.4 (hacen lo que pueden).

Extras: 0.4 (nada especial).

Calificación total – 6.8 (pasable).

Quizás a muchos no les gusten las comparaciones, pero tampoco “Los Colonos” descubre el hilo negro. Primero, porque la deconstrucción del género existe desde hace más de 60 años en la historia del cine. Segundo, no es la primera vez que una película de western sirve como denuncia hacia el colonialismo salvaje, siendo la referencia más cercana “Killers of The Flower Moon”.

Felipe (director de “Los Colonos”) tiene que salir a explicar a los medios que su película hablaba de cómo “el western fue un género cómplice de los genocidios”, (una declaración ignorante de un hombre que no conoce la versatilidad del género). Un contrapeso enorme con un maestro como Martin, quien habla en pantalla con un final que expone a la tragedia como un programa de radio “para entretener” y con una autorreferencia dónde “asume la culpa de ser parte de una cultura en la que es cómplice”.

Muchos directores actuales deben bajarse de su nube creyendo que están inventando el hilo negro. Muchas veces, puedes tener un mensaje noble y altruista, que en el caso de “Los Colonos” busca funcionar como parte de una “memoria histórica” que recuerde la crueldad con la que una nación fue construida sobre los cimientos de un pueblo nativo. El problema es que las buenas intenciones no forman buenas películas, y es aquí donde la experiencia de un director, y sobre todo la agudeza para explorar los discursos y plasmar el mensaje en pantalla, puede hacer que una buena premisa llegue a buen puerto. Esto es donde los colmilludos como Larraín (con una sátira política como “El Conde” que sirve como memoria histórica de por qué los monstruos como Pinochet no deben regresar), y en donde el maestro Scorsese se distingue de los novatos como Felipe Gálvez.

Se habla en la pantalla, no en los micrófonos.

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Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


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