Lyle, Lyle, Crocodile: Terapéutico Lagarto Cantador

Basado en una exitosa serie de libros infantiles, “Lilo, Lilo Cocodrilo” es la historia de la familia Pimm, quienes acaban de mudarse a Nueva York y su encuentro con Lilo, un cocodrilo que puede cantar y bailar de forma providencial, pero quien sufre de pánico escénico, motivo por el que fue dejado atrás por su antiguo dueño y mentor: el showman Héctor P. Valenti, quien lleno de deudas debe sacrificar su casa, herencia familiar, para seguir persiguiendo su sueño de triunfar en los escenarios.

Al llegar a vivir a la misma casa que antes fuera de Valenti, los miembros de la familia Primm van, uno a uno, encontrando que cohabitan con un cocodrilo cantante. Pero Lilo, quien inicialmente provoca el miedo de la familia, poco a poco va ganando su cariño, comenzando con Josh, el paranoico y asmático hijo de la familia, quien descubre con Lilo que puede sobreponerse a su soledad y sus inhibiciones.

Los padres de Josh son un tema distinto, la madre (interpretada por una Constance Wu muy adecuada en su papel), es una chef estrella de las redes sociales, obsesionada con la comida saludable, pero llena de remordimientos por no dar a su hijo la atención necesaria. El padre, por otro lado, es un buen maestro de matemáticas quien, sin embargo, no logra tener presencia ante su grupo de alumnos adolescentes. Sus encuentros con Lilo los irán haciendo unirse como familia y reconociendo las habilidades que cada uno tiene.

La súbita reaparición de Valenti en la historia, en conjunto con los intentos del Sr. Grumpy, el líder de la junta vecinal por mantener el orden en su edificio (y quien odia el ruido y a la gente, pero odia más que su gata prefiera a sus vecinos que a él mismo), dotan de balance a la historia.

Si bien el guion no es la mayor fortaleza de la película y resaltando una escena del tribunal que se siente anticlimática y gratuita, esto no perjudica en la totalidad narrativa y no daña el encanto del film. Una historia que pudiese resultar predecible, tiene mucho más que ofrecer. Y es que, si bien muchos de nosotros como espectadores estamos acostumbrados a “comer fino”, como el personaje de Loretta, el gato, también debemos aprender a dejarnos llevar por platillos menos pretenciosos, menos sanos cinematográficamente hablando y que resultan deliciosos, como es esta comedia familiar. De la basura, se puede en ocasiones obtener un festín.

Mención especial merece Javier Bardem, porque resulta ser una perfecta elección de casting como Héctor P. Valenti, un mago/cantante, a veces estafador y siempre lleno de deudas, quien a pesar de saberse viejo para el mundo del espectáculo y sin atractivo para el público, no pierde las esperanzas en tener un buen acto y ve el Lilo la oportunidad de oro para hacerlo. Aun cuando a primera vista pareciese un casting anacrónico, Bardem resulta lo mejor de la película, ya que logra desplegar todo su carisma, sin dejar de crear un personaje por momentos despreciable.

“Lilo, Lilo, Cocodrilo” es, entonces, una excelente opción para ver con la familia, pasarla bien por un par de horas y disfrutar de una historia sencilla con mensajes positivos, llena de personajes entrañables y con música pegajosa (tanto los clásicos pop como las nuevas canciones).

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Acerca del autor

Jose Roberto Ortega    

El cine es mi adicción y las películas clásicas mi droga dura. Firme creyente de que (citando a Nadine Labaki) el cine no sólo debe hacer a la gente soñar, sino cambiar las cosas y hacer a la gente pensar mientras sueña.


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