Momentos Favoritos del Cine: Men in Black
A punto de estrenar la cuarta parte de esta saga, creo que es justo recordar con cierta estima el producto original fílmico de 1997, una aventura sin pretensiones que se posicionó rápidamente en el gusto del público gracias al excelente equilibrio entre la comedia, la ciencia ficción y cierto toque de horror visual provisto de sus variados elementos directivos, argumentales y/o actorales.
El primer valor a resaltar es por supuesto la ágil dirección de Barry Sonnenfeld, cineasta de vena cómica que en los 90 mantuvo un nivel loable desde su debut con la Familia Addams hasta la cinta en cuestión, la cual estuvo cobijada por el guionista de Bill y Ted, Ed Solomon; el argumento por demás ligero, retoma la típica forma del origen y del camino del héroe, sin embargo también al agregar el elemento de thriller policíaco, deja en el tablón una genial química de “pareja dispareja” y “maestro – alumno” entre Wills Smith y Tommy Lee Jones, la cual incluso en su conexión deja entrever cierta emotividad hacía su final.
Pero el tercer y y sin duda mejor elemento es aquel que protagoniza nuestro Momento Favorito de hoy, sujeto al soberbio y carismático antagónico de Vincent D’onofrio como la cucaracha interestelar en el traje del granjero Edgar. De manera solemne y con todo respeto, me parece el mejor trabajo en la carrera del actor, el cual logra convertirse debajo de aquel tremendo maquillaje y gracias a sus gesticulaciones y trabajo físico y oral, literalmente en un insecto gigante y desagradable. Prueba de esto es la final conversión, totalmente creíble dado el dominio previo sobre el personaje. Genial clímax y pelea final gracias a la breve pero asquerosamente maravillosa actuación y líneas de D’Onofrio.
Más que un simple gusto culpable y de alta estima dentro de dos géneros, MIB es una pieza altamente recomendable y siempre divertida, la cual explota los tres carismas de sus protagónicos para encausar una emotiva aventura de SF.