Perdidos en la Noche: CSI Guanajuato

La internacionalización funge como una suerte de prueba de fuego para los directores de cualquier parte del mundo, y en el cine de autor, se le agrega un nivel de dificultad aún mayor, pues los cineastas deberán demostrar que pueden llevar su estilo (establecido o no) a públicos más masivos. Los famosos 3 amigos mexicanos (Iñarritú, Del Toro, Cuarón) han salido bien librados (unos mejor que otros), entregando obras memorables e incluso afianzándose un lugar dentro de las élites artísticas globales. Otros menos afortunados, como recientemente vimos con el griego Christos Nikou y su mediana ‘Fingernails’, que terminan perdidos (lol) en la vorágine que representa trabajar con productoras, crews y elencos de gran renombre mediático.

Desafortunadamente en ese segundo apartado entra Amat Escalante, prominente director mexicano, ganador de Venecia, Cannes y Sitges (y aprendiz de Reygadas, lo que sea que eso signifique) que con un par de filmes construyó un prestigio sólido y un estilo que reflejaba la violencia de forma contundente pero no agresiva y la utilización de actores naturales. Con su última entrega, ‘Perdidos en la noche’, que representa el salto a la internacionalización en sus producciones, lo vemos retroceder en su evolución direccional. Ahora les contamos por qué.

La historia nos presenta a un joven que busca al culpable de la desaparición de su madre, una activista que protestaba contra la industria minera en el México central. Eso lo llevará a cruzar caminos con una familia adinerada y famosa, donde la búsqueda de la verdad lo llevará por situaciones insospechables.

Esta premisa está siendo (tristemente) cada vez más constante en nuestro cine, y, si bien la forma en que se aborda aquí está libre de maniqueísmos y clichés dramáticos, no tiene la contundencia de obras previas como Heli. El director intentó hacer un thriller con mucha tensión, pero al no tener un hilo conductor sólido, se vuelve una telenovela policiaca donde las sub historias pasan de ser cliffhangers a narrativas predominantes. Es verdad que la tensión está muy bien manejada principalmente porque el guion presenta un choque de clases efectivo, pero al no estar bien balanceada, tira para todos lados, desinflándose rápidamente. No es un mal guion, hay que decirlo, simplemente hay momentos donde el tono en el que está presentado tira un poco hacia el melodrama, especialmente hacia el acto final, afectando el producto final. El paso por ‘Narcos’ parece haber afectado el estilo del director más de lo que esperábamos.

El contexto de la historia quiere abarcar mucho y termina estirándose tanto que abruma. No sólo tenemos la crítica a la invasión de mineras extranjeras en suelo nacional; (agarren aire) están las cúpulas abusivas de poder, la creciente influencia de las sectas tipo ‘Pare de sufrir’ en la sociedad y cómo la polarizan, la presunción y snobismo del arte contemporáneo, las desapariciones forzadas por el narco, la corrupción de las autoridades judiciales… y todo lo que de ahí se desprenda. Y, a ver, no es que esté mal que haya tantos temas, tristemente es nuestra realidad, sin embargo, todas están ahí con más o menos igual relevancia, peleando entre sí, impactando negativamente al espectador.

Hay que ser justos también, Escalante logra una muy buena dirección de actores en este su primer elenco mediático / internacional (en un filme, sin contar ‘Narcos’, pues). Los personajes están bien definidos y nos cuentan el porqué de su actuar. Sin duda es Juan Daniel García (Ya no estoy aquí) quien lleva el peso de la historia en la búsqueda de su madre desaparecida, y lo soporta con creces; le valdrá su segundo Ariel, ahora por Actuación Masculina. Probablemente nunca habíamos visto a Bárbara Mori actuar, ya no vamos a decir bien, sólo actuar, logrando también sacar a flote momentos importantes en el desarrollo de la trama como una estrella musical que esconde varios secretos y matices. La inclusión de Ester Expósito confirma que está ahí sólo por el tirón mediático que representa, pues su papel (que le suma otro contexto a la trama, el de las influencers y sus vidas de ensueño) pudo ser personificado por prácticamente cualquier actriz de su edad; aunque eso sí, el acento whitexican lo logra bastante bien, aunque muchos lo critiquen de sobreactuado; les aseguramos que no lo está, sólo es que sabemos que es extranjera y le ponemos demasiada atención a su dicción.

Entre los aciertos encontramos también la cinematografía, ese estilo visual de Escalante, donde los planos abiertos reflejan la crudeza del entorno están ahí, efectivamente vistiendo la historia. Encontramos un ejemplo perfecto de comunión entre director y fotógrafo, que en este caso es el mismo que trabajó con la esposa de Reygadas en su fallida ópera prima ‘Manto de gemas’. Las comparaciones son odiosas, pero a Natalia López le ayudaría mucho aprenderle más a Amat que a su propio esposo.

En general, estamos ante uno de esos casos en los que la película no es mala, simplemente el director nos tenía con expectativas muy altas.

 

El que aquí escribe se dejó impresionar por la primera proyección del filme en el último Festival de Morelia, pero ahora confirma que no es tan arriesgada como ‘La región salvaje’ ni tan contundente como ‘Heli’, sino más como un CSI Guanajuato. Tristemente, un paso hacia atrás en la evolución del director.

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Acerca del autor

Leo Idair    

MOCATRIZ (Modelo, Cantante y Actriz) en Instagram pero humanista en la vida real. Creo en las utopías pero sin dejar la realidad fuera. Dame una buena telenovela y estoy a bordo. Mi mamá me hizo cinéfago desde chiquito.


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