Talk to Me: Una fresca Ouija para la Generación Z

El terror, que no quede duda, es el género preferido de las nuevas generaciones. Por encima del subgénero de superhéroes o de la comedia. La cantidad de películas estrenadas cada año es abrumadora, ya no es siquiera necesario esperar a la temporada de Halloween para ver en cartelera las salas llenas con estas películas. Entonces, ante este exceso de oferta, ¿qué hace que una película sobresalga del resto?

“Háblame”, dirigida por los debutantes Danny y Michael Philippou, parece atinar a la respuesta a esta interrogante, ya que logra entregar un producto que se siente fresco, sobre todo comparado con el resto de la oferta actual.

La premisa sorprende por su aparente sencillez, y gira alrededor de una mano de cerámica, de origen poco esclarecido, con la cual se puede lograr invocar a espíritus, mediante tomar la mano y decirle “háblame”, lo cual permite a la presencia comunicarse con el interlocutor en turno. El ritual se complementa con la frase “te dejo entrar”, con la cual se autoriza al ente a tomar posesión del cuerpo de la persona. La advertencia para considerar consiste en que no se deben rebasar los 90 segundos de tiempo de posesión, ya que, de lo contrario, el espíritu podría tomar posesión del cuerpo y habitarlo permanentemente.

Así, con esta variación de la Ouija, un grupo de jóvenes se verán irremediablemente atraídos por el juego, que les brinda la posibilidad de subir historias a sus redes sociales, estando siempre al límite de perder el control del tiempo. Entre este grupo se encuentra Mia, quien ha sufrido recientemente la pérdida de su madre, tras el suicidio de esta, y quien es acompañada por su mejor amiga, Jade, y por el hermano menor de esta, Riley.

Cuando Riley, atraído por la fascinación de los “mayores” con el juego, decide probar suerte, el asunto se sale de control, ya que el espíritu invocado resulta ser la madre de Mia, quien intenta prolongar el contacto más allá de los 90 segundos, lo que deriva en que Riley se autoinflija heridas que causan su hospitalización y no pueda retornar a su cuerpo.

Si bien el planteamiento podría parecer una reinterpretación de la Ouija, el tratamiento de la trama nos lleva a un (somero) análisis psicológico, encausándose a una subtrama sobre la relación maternofilial y el sentimiento de pérdida. Las elecciones de dirección nos regalan secuencias adictivas, muy cercanas a videoclips musicales, lo cual da fluidez a la cinta y le proporciona un excelente ritmo.

Refleja la idiosincrasia de la Generación Z, quienes en una situación límite de riesgo pueden fácilmente elegir tomar el smartphone y grabar un suceso para transmitirlo en sus redes sociales antes de utilizar ese mismo teléfono para solicitar auxilio. La trama, entonces, se torna (quizás de forma un tanto involuntaria) en una crítica hacia la falta de consideración a las consecuencias de las acciones tomadas.

La película, de manufactura australiana, tiene un dejo de rebeldía en su tratamiento, ya que elige alejarse de los trucos comunes en efectos visuales y diseños de maquillaje y sonido, para en su lugar, recurrir a efectos prácticos, que resultan bastante efectivos. Logra también generar un híbrido entre el lenguaje cinematográfico clásico y el lenguaje del video corto de Tik-Tok o de YouTube, lo cual, aunque no es nuevo y lo hemos visto en películas recientes como “Infinity Pool”, sí se siente de alguna manera fresco y atractivo, ya que logra retomar muchos clichés del cine de terror, pero haciendo que estos funcionen en la narrativa.

En resumen, estamos ante una película altamente disfrutable, que si bien no ranqueará entre las mejores películas de terror de la historia, sí nos regala un entretenimiento de buena calidad y, sobre todo, gira los reflectores a la pareja de hermanos detrás de la dirección, quienes logran un debut que los posiciona como unas de las voces a seguir en los próximos años.

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Acerca del autor

Jose Roberto Ortega    

El cine es mi adicción y las películas clásicas mi droga dura. Firme creyente de que (citando a Nadine Labaki) el cine no sólo debe hacer a la gente soñar, sino cambiar las cosas y hacer a la gente pensar mientras sueña.


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