The Exorcist: Believer – Bodrio Blasfemo

Ya lo sabemos: la ya no clásica sino icónica película The Exorcist (William Friedkin, 1973) ha sido imitada, parodiada y “secueleada” hasta el cansancio, con resultados nunca satisfactorios. Acaso la serie homónima de 2016 estelarizada por Genna Davis logró un acercamiento aceptable, pero que tomó un giro lamentable en la segunda temporada, dando lugar a su cancelación fulminante.

Por enésima vez intentaron meternos en ese escalofriante mundo de terror que redefinió el género, ahora con una secuela que ignora los demás intentos y aderezada con sus buenas dosis de “diversidad” y “multiculturalidad”… y el resultado es un verdadero sacrilegio no solo para la Propiedad Intelectual, sino para el cine en general.

¿De qué va?

Tras intentar contactar a parientes muertos mediante espiritismo, dos preadolescentes exhibirán los signos sugestivos de una posesión demoníaca. El padre de una de ellas acudirá a Chris McNeil, conocida experta en exorcismos y madre de Reagan McNeil, famosa por haber sufrido de una posesión, en busca de respuestas.

Vómito verde por todos lados. El guion parece haber sido regurgitado por Reagan junto con la crema de chícharos. El inicio es lento y aburrido. No existe tensión dramática ni dilemas de moral o de fe y se dejan numerosos cabos sueltos. Los sustos, escasos y de pastelazo. Por otro lado, los personajes carecen por completo de carisma. Ni siquiera logran que sintamos compasión por las niñas en tan horrible situación. Resulta imperdonable el absoluto desperdicio del regreso de la gran Ellen Burstyn a la franquicia con una participación mínima y ridícula.

¿Asusta o entretiene?

La mezcla de diversos ritos y credos podría molestar a los más puristas, pero eso resulta intrascendente pues la intención primordial de la película debería ser asustar, pero ni eso consigue. De nuevo prima el mensaje (las bondades de la multiculturalidad y la gente por sobre la religión organizada) sobre la sustancia (asustar, como debe hacerlo una película de terror, carajo!) y el resultado es ambiguo, plano y sobretodo aburrido.

¿Hay que verla?

Fans del concepto, del género del terror o del cine en general…más bien, todo el mundo, alejense de ella a toda costa! Expulsenla como al Diablo en un exorcismo. No vale la pena ni con unos buenos nachos. Dejen descansar a Friedkin en paz.

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Acerca del autor

Dr. Dark    

Médico de profesión y cinéfilo de corazón. Amante del buen cine y destructor del que no lo es.


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