Venecia 2022: Aronofsky mata a su propia ballena
En la jornada de ayer se vieron más oscuros que claros, y es que en ocasiones la polaridad de un film entre sus actuaciones y narrativas, pueden llegar a ser más grandes que una ballena.
Y si no pregúntenle a “The Whale“, la esperada nueva película de Darren Aronofsky protagonizada por el aspecto mediático del peso de Brendan Fraser. Quizá sea la mejor y más compleja actuación de su carrera, sin embargo es una lástima que esta ballena sea la víctima de una narración a lo “tragedy porn”, que con su trabajo de primeros planos luce por momentos no solo incluso “escolar”, sino también manipulador, poco creíble y forzado ¿La peor película de Aronofsky? Posiblemente. Si comparamos a aquella gran ganadora “The Wrestler” y su simil tema de redención, el resultado de The Whale se encuentra a años luz y pisoteado por un estilo que ya se nota cansado y con muy poco o nada que aportar.
Por otro lado, la crítica se polarizó de manera impresionante con “L’immensità“, cinta muy esperada debido no solo a la interpretación de Penelope Cruz, sino por sus pretensiones como una de las cartas fuertes de la Italia para quedarse con su León. Un drama familiar punzante, si bien es cierto que su directora y Cruz logran manifestar la crudeza emocional de una madre refugiada en su amor por un hijo, la narración da vueltas dentro un solo aspecto y que muy a pesar de su corta narración, funge como algo muy redundante y pesado. Errores de dirección que causan esta poca agilidad y un pobre montaje, esta contrariedad entre la audiencia y crítica refiere sencillamente a eso: una excelente historia y actuaciones que exprimen “de la nada” un buen drama, versus un desarrollo muy pobre de la misma.
Les enfants des autres, cinta francesa de Rebecca Zlotowski fue la gran vencedora de la machucada jornada dominical. Incluso jugando en el mismo tema de la antes mencionada, aquí la directora logra construir una tragicomedia con un tema fresco en torno a la maternidad, que es la aceptación de sacrificar la libertad por el amor de una hija adoptiva. Virgine Effira logra con creces encausar un personaje veraz y sensible, mientras su directora juega con ese “sacrificio” argumental para ejecutar un desarrollo natural de los aspectos que envuelven a las relaciones de esta nueva familia en construcción. Muy agradable de ver.