Baz Luhrmann ¿Hamburguesa de kiwi o canguro británico?

Este cazarrecompensas en ocasiones se pregunta si Baz Luhrmann emprendió la carrera indicada para su vida, pues su propuesta visual, extravagante en todo sentido, hubiera encajado mejor con una escena de Broadway; con histrionismos exagerados, ambientaciones oníricas y una paleta de colores que cualquier artista plástico envidiaría, el australiano, viva imagen de ese consumismo visual exacerbado de nuestra época, es según lo define su cazarrecompensas, el mejor cirujano estético y/o plástico del lenguaje cinematográfico.

Capaz de revestir la mierda con piedras preciosas y venderla en el más caro stand de la zona más opulenta de New York, Luhrman se ha dedicado a humillar el contenido para solventar la forma, sin embargo, el cineasta quizá sea el único arriesgado en redundar hasta el cansancio y sin que el espectador promedio lo note la historia más conocida de alguien llamado William Shakespeare gracias a una diversidad engañosa de cohetes, pinturas, colores y vestuarios. Así, el mejor vendedor y preservador de la obra de Shakespeare se convierte en una especie animal mucho más rara que el kiwi: un australiano que opera dentro de los estándares americanos para honrar la obra de un inglés.

Elitista en forma y propuesta visual y argumental, una película con su mote en la dirección sin duda y por lógica procreará una serie de reconocimientos en todo a lo que en dirección de arte y ambientación respecta, por tal razón, su cine goza de una estatus bizarro tildado al culto a pesar de su poca monta narrativa y su intermitencia en el medio ¡Todos conocen a Baz! Aun cuando solo tiene en su haber 5 films en 21 años, aspecto que debe ser plausible a pesar de su obvia mediocridad en el manejo del lenguaje y su insistencia grotesca en plasmar la misma historia romántica entre dos estratos sociales frente a un conflicto dentro de un grupo de referencia particular (familia, grupo social elite, artístico, etc.).

Por lo tanto, el cine de Baz Luhrmann es una mujer británica de belleza natural (obra de Shakespeare), convertida y transformada a través dela cirugía estética (lenguaje y adaptación de Baz) en una exuberante fémina curvilínea y hasta en ciertas ocasiones grotesca a la cual es imposible dejar de ver en su paso por la calle ¡A todos nos ha pasado! También con una película de Baz.

Resulta imperativo con el próximo estreno en cartelera latina de The Great Gatsby pasarle la regla del cazarrecompensas al australiano director, guionista, productor y músico, así que agárrense de su silla favorita y echémosle un vistazo a su corta, mediocre y despampanante filmografía

 

5. Excelsa

4. Buena

3. Mediocre

2. Absurda

1. Cochinada

0. Sin comentarios

El mismo y elegante cuento de 21 años

Tres décadas tuvieron que pasar para que este rural nacido en New South Wales comience su carrera en el cine sin ningún cortometraje o ejercicio que le sirviera como preámbulo o experimentación. De su indudable vena artística nacida desde las entrañas de un pequeño cine administrado por su padre, Baz sorprendería a todo el mundo con su ópera prima, una sencilla y brillante tragicomedia romántica de bajo presupuesto que, siendo su cinta menos pretenciosa y comercial, también estaría al mejor nivel que el cineasta podría alcanzar en toda su carrera. El nombre de tan extraña, simplona y disfrutable primera adaptación no oficial del cuento de Romeo y Julieta llevaría el nombre de Strictly Ballroom, en donde dos bailadores magistrales retan a toda una organización revolucionando la danza con pasos prohibidos para el sistema. Por supuesto Baz incluiría los clichés clásicos del género, sin embargo lograría un equilibrio pocas veces visto en su carrera entre el plano dramático y el comedy relief  incluso comulgándolos con ciertos aspectos utópicos y de ficción especulativa cruciales para que su ópera ganará no solo 8 premios de la academia australiana y una nominación a los Globos de Oro, sino nada más y nada menos que un reconocimiento especial por parte de la crítica para el nobel director en el Festival de Cannes. Sin duda un gran comienzo para alguien salido de la nada del desierto australiano

Estableciendo sus bases en contra de la constancia en su trabajo, Luhrmann dejaría pasar 4 años para su próxima película, la cual sería el significado exacto de la ironía. Si bien Mark Anthony Luhrmann sentaría los cimientos de su cine en la obra Romeo y Julieta, al parecer ignoró en el proceso de su adaptación oficial el hecho de que el lenguaje teatral es completamente distinto al cinematográfico, por ende, Romeo + Juliet (1996) sería uno de los estandartes audio visuales más pretenciosos para la cultura y la juventud, un ejercicio por demás absurdo en donde Baz se hace de los diálogos exactos de la obra de Shakespeare para montar un circo de colores y vestimentas que incluso rebasaría su década para que varios grupos modernos sub culturales como algunos hipsters y otros irracionales la alabarán de forma inexplicable debido a su grotesco y forzado manejo narrativo solventado en un guion que haría al mismo William retorcerse en su tumba.

A pesar de su extravagante y pintoresca puesta en escena y de lanzar al estrellato a unos jóvenes Danes y DiCaprio pre Titanic, esta sandez es similar a los orines de un Picasso sobre un muro ¿Entienden a lo que me refiero? El agua procesada en orín y salpicado en una pared, si, sale de un artista, pero sigue siendo orín.

A pesar de este atropello artístico y cultural, 5 años bastarían para que Baz entregara su obra cumbre, un musical no adepto para los tibios y que encaja perfectamente en la frase “amas u odias”. Por fin el cineasta encontraría el molde perfecto para su historia recurrente en un musical que explota al límite todas las virtudes de su filmografía sin rebasar la delgada línea hacia lo grotesco y absurdo. Así, en la cuerda floja de su única obra trascendente tenemos a Moulin Rouge, película multi galardonada no solo por su sublime puesta en escena, fotografía, secuencias y coreografías y sus números musicales que acudieron a adaptar clásicos del rock y del pop de una manera bastante peculiar, sino también por algo que hasta esa época el australiano no había podido cuajar del todo, la dirección y química hacía con sus actores, reparto de excelso desempeño encabezado por un aún talentoso Ewan McGregor y una hermosa, candente y excelsa Nicole Kidman como Satine.

Moulin Rouge de 2001 sería un platillo exótico, exquisito y gourmet, se ve raro, se disfruta extrañamente, pero sin duda es una huella indeleble de la mayor calidad a la que puede aspirar Luhrmann solventado también en un habilidoso libreto de su misma autoría y en dos histriones que resultaron ser sopranos.

7 años pasarían y Baz una aventura dirigiría, situado en su suelo natal, Australia (2008) sería sencilla y nefastamente mortal. Parece que la ironía persigue al director, pues llevaría toda la carga americana a su continente para manufacturar una especie de fábula – aventura somnolienta y sosa que se apoyaría nuevamente en la premisa del romance entre distintos estratos sociales, esta vez una terrateniente y un héroe cowboy, teniendo como fondo los fuegos pirotécnicos de una Australia en guerra civil. Contando con un reparto oriundo y más agringado que las hamburguesas y las McDonald’s, lo penoso de este caso no son los dos monigotes protagonistas (Una Nicole Kidman escondida tras una mascarilla de botox y el torso peludo de Hugh Jackman), sino lo arrítmico de su desarrollo argumental que incluso pareciera no tener clímax entre tanto sube y baja narrativo que solo deja en claro la inutilidad de Baz frente a una superproducción de proporciones catastróficas que se extiende y extiende como los vellos de los pectorales de Jackman y el botox escurridizo de los labios de Kidman ¡Un cochinero!

Al parecer tanta estupidez visual – argumental lo deprimiría al punto de alejarse 4 años de cualquier ejercicio o producción. En 2012 comenzaría a preparar su regreso con diez cortometrajes intrascendentes, sin embargo, es el 2013 el año de su regreso con un claro objetivo: apropiarse de otra obra, la novela The Great Gatsby de Fitzgerald, que a pesar de sus buenas intenciones y trascendencia en el mundo literario, sigue guardando ciertas similitudes con las bases argumentales de sus pasados films. Ayudándose de su conocido DiCaprio y de un reparto multiestelar, tal y como lo dictan los cánones de su lenguaje Luhrmann entregará sin duda un ejercicio audiovisual nuevamente sobresaliente, sin embargo ¿Esto será suficiente para esconder una posible y muy segura falta de contenido y calidad narrativa?

La crítica ha sido tibia, aunque algunos medios la colocan con un bueno “a secas” ejercicio del director muy superior a Australia pero menor a Moulin Rouge, hay algunos círculos y parte de la opinión pública que la ha destrozado inmisericordemente, demostrando que el espectador se encuentra cansado, al menos en su propuesta, de mujeres operadas y falsas que no se desenvuelven con naturalidad y sencillez.

 

El Veredicto

En la regla del cazarrecompensas Baz Luhrmann obtiene un certero 2.5, colocándolo entre lo absurdo y lo mediocre. Aun siendo The Great Gatsby una incógnita para este recinto del buen gusto y para su cazarrecompensas preferido (Claro que tendremos la crítica el próximo lunes), debo admitir que a pesar de sus años recorridos y gracias a su intermitencia, Baz sigue siendo un novato, un director que no ha terminado de madurar y que por ende, merece ser tratado como lo que es, un jovenzuelo ansioso por trascender con una película que sin duda sellará para bien o para mal su futuro dentro de la escena del séptimo arte.

Si hacemos caso a las primeras observaciones, Baz debería reconsiderar una carrera en el teatro o en la música, pero si decidimos darle una última oportunidad, tendremos esperanzas remotas de encontrarnos con aquel director que dejo a todos pasmados, asqueados y/o maravillados con un musical que definitivamente instauró la nueva época para el género, un film notorio que cuenta con una virtud en particular, el irrespeto total al sistema aun teniendo el cliché como arma principal en su premisa, misma característica con la que al menos arranca The Great Gatsby ¡Suerte con eso!

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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