Detroit: Negramente violenta, blancamente contrastante

Existe una Kathryn Bigelow antes y después del 2008. De 1981 a 2002, se forjó una de las figuras directivas más interesantes en la actualidad, una cineasta pasional y deseosa por sobresalir en un formato lleno de machos opresores, conformando una serie de films que variaban entre la acción, el western y el terror juvenil, géneros que parecían en aquel tiempo destinados solo para ser dirigidos por hombres, y que resaltaron a su cargo gracias a una peculiar agilidad para el encausamiento de la violencia, no estética, pero si emocional.

Una narrativa que comenzaba a conceptualizar una odisea en la exploración de la crueldad sobre la sociedad americana vería en The Hurt Locker emerger las bases de su patente, instaurando una especie de docudramas centralizados en las esferas  o fuerzas armadas de Estados Unidos (militares, agencias de investigación y espionaje), bajo el seguimiento intimista de un eje protagonista distante y frio, deshumanizado por las barbarie y la ola violencia a su alrededor y que a la postre logra su objetivo a través del sacrificio de su entorno. El clímax de este resurgimiento llegaría un poco más tarde con la sublime e infravalorada Zero Dark Thirty, cinta de la que tomaremos como ejemplo a su protagonista para describir la más reciente producción de Bigelow: Detroit, basada en los hechos reales de 1967 acontecidos en dicha ciudad y que han pasado a ser uno de los momentos históricos más oscuros y violentos de la historia americana.

Tal y como el papel de Jessica Chastain en Zero Dark Thirty, Bigelow parece estarse alejando de la humanidad conforme pasan los años. El testimonio de aquel protagonista frío(a) en sus anteriores films ha sido ahora sustituido por el mero registro de sus actos siendo ella y su cámara el único testigo silencioso. Parece que la directora ha abandonado ese arrojo emocional por completo para solo encausar los hechos representados con un sublime e incómodo realismo. No es coincidencia que a la sociedad americana no le guste verse reflejada con tan cruenta naturalidad, pero tampoco lo es que la crítica descarte de inmediato (Hablando de las recientes nominaciones a los Critics Choice) al soberbio ejercicio técnico – narrativo ante tanta pretenciosidad ¿Es esto una ficción? ¿O un semi documental con actores? ¿Es correcto o injusto de nuevo devaluar un proyecto de estas características?

Situándonos en el comienzo de aquella redada que desataría el infierno social y racial sobre Detroit, Bigelow construye tres líneas argumentales que se unirán a la postre en los vergonzosos acontecimientos de asesinato y abusos registrados en el Motel Algiers: La primera voz de The Romantics, que ve su presentación frustrarse tras el desatamiento de la violencia fuera del teatro; el guardia nocturno de un negocio local que por circunstancias accidentales se ve inmiscuido en el operativo policial y militar en el motel; y finalmente en un pequeño grupo policial que aprovecha la confusión del motel para desatar su ideología racial con una inexplicable violencia y torpeza. De nuevo Bigelow toma a la fuerza armada como eje de su crítica social (militarismo y agencias de espionaje anteriores víctimas), sumergiéndola hasta el cuello en este juego de contrastes y juicios para ser retratada como la escalinata más baja de la evolución humana.

El guion de su eterno socio Mark Boal confirma este registro y tono narrativos al brindar fugaces pero efectivas estructuraciones a esta serie de personajes protagonistas de aquel incidente en Algiers, sin embargo es notable como el libreto trabaja hacia y para únicamente los objetivos de la cineasta, permitiendo a Bigelow la explotación y exploración no solo de las emociones de los perpetradores, víctimas y socios accidentales por igual, sino también para edificar la atmosfera en una construcción de escena envidiable, al desplegar 4 cámaras a la vez que se mantienen en constante movimiento alrededor de la secuencia, prefiriendo iluminar todo el set para dar a los actores mayor flexibilidad para moverse y así capturar las emociones más realistas posibles.

¿Interesante no es así? Si bien es cierto que este tono deshumanizado acerca a Bigelow a la realidad pero aleja al auditorio de la empatía, la directora consigue su objetivo en la impresión de tensión, fastidio social e irritación hacia lo sucedido. A pesar de que el espectador no se sentirá compenetrado con los protagonistas, si sentirá un grado de repulsión hacía la indignante manera de manejar el incidente por parte de todas sus partes, negras, blancas, policiales, militares y víctimas por igual, en una progresión de hechos que raya en los límites de la estupidez humana, cayendo de nuevo en el motivo de aquella testigo silenciosa: la punzante crítica hacia de la “desevolución” humana dentro de los incidentes raciales americanos

La impregnación de este estilo semi documental aleja de la estimulación y emotividad a su ficción, el error narrativo principal de Bigelow en esta ocasión, sin embargo esto no le resta a la cineasta su capacidad asombrosa para extraer actuaciones hasta de las piedras, en particular refiriendo a un John Boyega que por fin es capaz de encausar un papel creíble. Completa el reparto Jack Reynor, Jacob Latimore, Anthony Mackie, Will Poulter y Algee Smith, estos dos últimos, los que se verían beneficiados si es que llegara a existir alguna posibilidad en cuanto a nominaciones actorales en los Oscar.

En conclusión, el formidable registro técnico de Bigelow es indiscutible, pero no así en esta ocasión su narrativa; Detroit es una película que irónicamente cae en los contrastes, es blanca o es negra, te gusta o la odias muy a pesar de sus variadas cualidades en todos sus rubros creativos y /o de producción, actorales y/o directivos por igual. Sin embargo, tampoco hay duda en que estamos ante una de las mejores, más incomodas y cruentas películas del año, que ven el problema racial desde otro ángulo y no desde la expiación como se suele tratar en innumerables y efímeros dramas gringos, sino desde la verdadera concientización a través de las imágenes, la violencia y la empatía hacía con una terrible sensación de impotencia

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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