Isle of Dogs: Cuando la ternura también es simétrica

Tras 4 años de ausencia desde su última cinta, Wes Anderson regresa para traernos la segunda película animada de su cinematografía (Fantastic Mr. Fox, 2009), siguiendo con su ya usual temática de animales pero esta vez tomando a los caninos para ser sus adorables protagonistas.

Isle of Dogs (aka I Love Dogs, significado oculto al asemejarse su pronunciación) sigue a Atari, un niño de 12 años que emprende un viaje para buscar a su perro extraviado, esto en un futuro distópico donde Japón fue alcanzado por una epidemia de gripe canina que obligó al gobierno a evacuar a todos los perros a la Isla Basura.

La historia, aparentemente muy simple, es un viaje visual impresionante que difícilmente dejará indiferente. Ambientado en la cultura japonesa, esta parece ser el aditamento perfecto para crear una armonía rica en diversidad de elementos que dotan al filme de un peculiar encanto. La inspiración, a su vez, es clara: Kurosawa y Miyazaki; las referencias son notorias sobre todo al encajar composiciones emblemáticas de sus cintas, guiño que hace tributo a la filmografía de ambos directores.

Todas las partes están perfectamente cuidadas. Comenzando por la impecable animación, un stop motion cuya calidad y gracia puede apreciarse desde el primer instante, tanto así que por momentos la vista pasa a engañarse un poco ante tanta naturalidad que podemos apreciar en detalles como el movimiento del pelo o la fluidez de las lágrimas. Por otro lado, tenemos el tema de la fotografía, esa simetría que forma parte de la personalidad de cada cinta de Wes Anderson, cuyo estilo combina de manera maravillosa con cada fotograma animado y lo dota de un dinamismo que comunica efectivamente cada momento de acción, incluso logrando resaltar en escenarios tan cotidianos como la preparación de unos cuantos platillos japoneses (escena que casi hizo explotar mi cabeza).

Más de 2 meses fueron necesarios para recrear esta escena de menos de 1 minuto.

El sentido del humor tan característico del director no podía faltar, esa mezcla de perspicacia y un poco de crueldad que hará imposible no soltar la carcajada en más de una situación imprevista, esto mientras intentas decidir cuál es tu personaje favorito entre el grupo de cautivadores caninos. La ternura también está presente y es precisamente porque esta característica forma parte de la naturaleza de los perros (tampoco faltarán los “aww” ocasionales en la audiencia), aunque tal vez es este mismo punto el que se siente más explotado y al que personalmente le hubiera bajado unas dos que tres rayitas.

Por último, no se puede dejar de mencionar el destacado elenco de voces con el que cuenta la cinta (que será distribuida únicamente en su idioma original), Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldblum, Grata Gerwig, Frances McDormand, Scarlett Johansson, Harvey Keitel, Tilda Swinton, Liev Schreiber, un pequeño Koyu Rankin (de tan solo 8 años) e incluso Yoko Ono haciendo una ligera participación. La música está a cargo de un siempre genial Alexandre Desplat, que utiliza principalmente tambores y flautas para generar el mood oriental adecuado.

La genialidad de Anderson queda de nuevo al descubierto: su singular forma de congeniar perros, Japón y animación de una manera tan fascinante, tanto en ingenio narrativo como en calidad visual, lo convierten en un consolidado referente dentro del cine animado. Isle of Dogs es una película imperdible, no solo para los más fans de los queridos perritos, sino para todo aquel que diga amar el cine.

 

Ojo: A pesar de ser una película animada, no la recomendaría para menores de 12 años. No solo por no contar con versión con doblaje, además hay algunas escenas que podrían no ser adecuadas para los más pequeños.

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Acerca del autor

Kim Tobias   @kimm_tobias  

Enamorada del cine clásico y los guiones astutos. También odio los finales felices... ["La estimulación visual es la razón del cine. De otra manera podríamos simplemente apagar las luces y llamarlo radio" R.A.]


2 Comments

  • Me tocó verla un sábado, mi pareja fue conmigo pese a no ser fan de películas donde los perros son protagonistas, claro que me jugué la carta de “es del mismo director del Gran Hotel Budapest y Fantastic Mr. Fox”. Al salir no solamente disfrutó la película y nos dio tema de conversación por un largo tiempo sino que se encendieron sus ganas de adoptar a un perro. Tomando en cuenta que en casa reinan los gatos al más puro estilo de Kobayashi.

    Me fascina la magia que destilan las películas en stop motion, Anderson superó las expectativas que tenía tanto de la película como de su persona (la fama siempre precede). Salí recomendandola a cuanto incauto se me apareciese en frente, coincido en que pudieron ahorrarse algunos momentos de ternura pero aplaudo que se respetará el cast original en las proyecciones en otros países. No pude haberla visto doblada ni aunque fuera la única opción.

    Caso curioso es que cuando he estado en mis actividades evangelizadoras (porque sigue en cartelera) siempre recibo el comentario “pues si vi la sinopsis y se ve buena pero es de dibujos animados y como que no”. Leí en algunos sitios que levantó cierta polémica por whitewhashing en el cast. ¿A donde iremos a parar con todo lo políticamente incorrecto?

    Gracias por la reseña.

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    • ¡Hola Gilberto!
      Se tiene la mala percepción de que las películas animadas son sinónimo de niños, cuando es claro que es solo otra forma de expresar cine que bien puede ir dirigido a un público adulto. En lo personal también me fascina este tipo de animación y creo que Anderson es un director que ha sabido sacarle bastante provecho al estilo incluyendo en él su muy característico toque especial.

      Muchas gracias por comentar 🙂

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