Televisión: Anne with an E ¡de lo bueno y refrescante que nos regala Netflix!

Para quienes tenemos cierta edad la década de los 80’s ha sido el mayor tesoro que ahora estamos descubriendo pues es la década en que crecimos y vivimos el nacimiento de historias que hoy día se han convertido en épicos clásicos que están siendo rebooteados o remasterizados y siempre celebrados.

Para las niñas, que se nos educó creyendo en el príncipe azul (yo jamás creí esa patraña) era normal ver esas películas donde las princesas eran rescatadas, donde las mujeres eran lindas amas de casa y su único objetivo de vida era encontrar a ese príncipe azul para casarse y tener su propia familia. Sin embargo, tuvimos 2 grandes ejemplos de lo que se vislumbraba ya como parte del movimiento feminista.

Uno de esos ejemplos fue Candy Candy. El anime sobre la chica pecosa, huérfana que se abre a la vida con nada más que su fortaleza, su valentía y el amor incondicional por sus amigos y todos aquellos a quienes admiraba. No iba por ahí esperando ser salvada, se enamoró, si, como todas, pero sus amores siempre estuvieron marcados por la tragedia y aún así siempre seguía caminando con la cabeza en alto. La primera feminista que conocí a mis 9 años.

El otro ejemplo de feminismo ochentero lo viví con la miniserie que a la fecha es de mis favoritas.

Basada en el libro de Lucy Maud Montgomery de 1908, Ann of Green Gables (Ana de las Tejas Verdes), nos narra la historia de la huérfana Anne (con ‘e’ al final por favor) Shirley, una  inteligente niña de 11 años que por malos entendidos es adoptada por los hermanos Marila y Matthew  Cuthbert. Ellos habían decidido adoptar a un chico para que les ayudara en la granja, y al final se quedan con Anne, quien como la soñadora y habladora que es, muy pronto pondrá al pueblo de cabeza y la vida de estos casi ermitaños hermanos jamás volverá a ser la misma.

Junto  a Anne recordaremos esos bellos días en que despertamos por primera vez al sentimiento del amor, en que descubrimos que nos gustaba ese chico de la escuela que se la pasaba jalándonos las trenzas, hicimos amigas que jurábamos eran nuestras hermanas perdidas, nuestra alma gemela y aprendimos que la vida nos regala momentos de amor y aprendizaje aún en las situaciones más oscuras.

 

Y es que la historia de Anne Shirley es todo menos pasada de moda, y más en estos tiempos de cambio ya que los temas que trata como el feminismo, la aceptación, la pertenencia, el bullying, la discriminación y el prejuicio, son temas actuales en el mundo de las mujeres, y mire que la novela data de 1908.

Pues bien en los 80’s esta hermosa historia de superación femenina en un mundo dominado por hombres (inicios de siglo 20) tuvo a su heroína en la piel de la  formidable Megan Follows, quien para mí sigue siendo la reina de este personaje y quien a lo largo de 15 años nos narró la vida de Anne desde que fue adoptada por los Cuthbert hasta la parte final de la serie en el período de la Primera Guerra Mundial.

Hoy el rey del streaming, Netflix, nos regala un remake de esta historia que usted no puede dejar de ver. De verdad, es hermoso.

Nuestra Anne ahora es encarnada por Amybeth McNulty, Geraldine James es Marilla Cuthbert, R.H. Thomson es Matthew Cuthbert y Lucas Jade Zumann es Gilbert Blythe.

Ahora bien, no siempre los refritos son buenos y más cuando uno ya está casado con ciertos actores e historia. Sin embargo, el guión de Moira Walley-Beckett es tan refrescante y romántico que poco extrañamos al de la miniserie ochentera de Kevin Sullivan.

Un gran acierto es retomar los bellos paisajes de la Isla Príncipe Eduardo en que la serie de 1985 fué grabada. Y es que créame que la fotografía de Bobby Shore es bellísima, resaltando los ya de por sí hermosos paisajes naturales de la isla, es un deleite visual cada capítulo, y si a eso le agregamos la preciosa música de Amin Bhatia y Ari Posner que le otorgan ese halo romántico, nostálgico y soñador, la serie lo captura a uno desde los primeros minutos.

De momento la serie consta solo de 7 capítulos. 7 capítulos que son suficientes para volver a enamorarse de este drama tan divertido y conmovedor que dicho sea de paso, no se salvó de la corrección política al incluir entre los personajes a esta mujer que se dá a entender que es lesbiana, pero que dado los prejuicios de la época, no se pudo dar el lujo de vivir plenamente su amor con su mejor amiga, sin embargo, eso no le impidió que vivieran juntas hasta que la muerte las separó.

En fin, yo creo que de lo único que carece la serie es de un personaje negro, o de color como usted prefiera, y no dude que el día de mañana alguien se queje de la falta de ‘diversidad’ e incluyan al chico gay, al chino y al negro recoge estiércol y así.

Por lo pronto yo me despido recomendándole ampliamente esta serie. Si ya conoce la historia seguramente le traerá bellos recuerdos y sino seguramente se divertirá con las ocurrencias de esta tierna y soñadora chiquilla pelirroja que insiste en ser llamada Anne, así con ‘e’ al final.

¡Hasta Pronto!

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