Guardians of the Galaxy Vol 3: El Fin del MCU

“Hay personas que no son leales a ti, sino a lo que representas, lo que tienes y cuando sus necesidades cambian, también cambia su lealtad”.

Si hay alguien talentoso que quedaba en Marvel, ese era James Gunn. Nadie puede darle la misma esencia que le dio a Guardianes de la Galaxia, sin embargo, en 2018 fue despedido por unos tuits publicados hace más de 10 años (¿quién iba a sacrificar la compra de la FOX por una persona?). A pesar de pedir disculpas, de tener a un grupo fiel de amigos y colaboradores que siempre lo defendieron y alegar que ha cambiado desde hace mucho tiempo, se fue alejando de la empresa. Cinco años después, ha llegado el fin de la trilogía galáctica, con Gunn nuevamente (tras ser recontratado por Disney más por necesidad económica que por una disculpa genuina), y créanlo o no, pareciera que esa sensación de traición repercutió en el producto final, pues a modo de desquite, ha dado como resultado la entrega más débil de la trilogía.

Si hay algo bueno que puede destacarse del trabajo de Gunn en este capítulo, es la consistencia con la presentación, la selección musical y su humor tan característico (considerando las incoherencias y la erosión de la fórmula de Marvel desde el inicio de la Fase 4, eso ya es un beneficio). Es como volver a ver a un amigo al que no se había visto hace tiempo. Sólo que resulta que ese amigo no ha cambiado en absolutamente nada en 10 años, sientes pena porque él se ha quedado en el pasado haciendo lo mismo, mientras que tú has crecido y madurado. Pues bueno, esa sensación es lo que permea durante 150 minutos: un reencuentro en el que te sientes cómodo y te diviertes, pero que cuando te pones a pensar en lo mucho que han cambiado las cosas, te preguntas si a él (o a esto) le ha ido bien.

El problema principal radica en un guion anticuado, todo está familiarizado y reconocible, pero no hay algo que pueda refrescar la narrativa. Recordemos que esta película estaba originalmente planeada para estrenarse en 2020, pero el despido de Gunn, su posterior contratación por DC, su preferencia a otros proyectos que le parecían más interesantes (The Suicide Squad, Peacemaker), la negativa de otros directores a hacerse cargo del proyecto (se lo ofrecieron a Waititi y a Reed y ambos lo rechazaron), y la pandemia, terminaron por relegar a esta tercera. Cuando llegó el momento de retomarla, el trabajo quedó tan abandonado que ha tomado la forma de una reliquia, para bien y para mal.

Las películas anteriores y el especial de Navidad ya habían tenido algunos momentos serios que funcionaban por ser oportunamente colocados cuando se los requería, no estorbaban, no metían comedia para interrumpirlos y ayudaban a que hubiera una mejor conexión y empatía con los personajes. Esta vez, quiere mantener un tono más serio de inicio a fin, lo cual no es malo, pero he ahí el dilema: la seriedad dramática que está presente en toda la historia (tal vez como consecuencia del despido del director y por ser el final) es interrumpida por una comedia intrusiva.

Gunn sabe hacer drama tan bien como sabe hacer comedia, pero antes este balance funcionaba en dosis pequeñas y sólo aparecía cuando lo ameritaba. Ahora, las bromas que hacen y dicen los personajes se vuelven cansadas y repetitivas muy deprisa, denotando que el humor negro ha quedado mermado por los excesos y la constancia que ha tenido en los otros proyectos del director.

Lo mismo ocurre con la música. La inclusión de canciones ha perdido el dinamismo, reduciendo su uso a breves momentos de genialidad. Hay un abuso de la cámara lenta, conveniencias difíciles de creer y que vuelven a la cinta demasiado larga en comparación a lo que quiere contar.

Hay que agregar el caso de los personajes, que más allá de una actualización estética, se conservan igual. Por un lado, ayuda a que la familiaridad para el espectador y los lazos que los unen sigan intactos y den espacio a nuevas posibilidades. Sin embargo, también evidencia que ya no hay mucho que hacer para ellos; el cierre que se les ha otorgado no resulta tan satisfactorio (Drax, Mantis y Nebula) o hasta queda en la nada por no tener el tiempo debido para explorar (Star-Lord y Gamora). Ni hablar del desperdicio de los personajes nuevos, que no tienen un propósito en la historia más que un uso específico (lo que le hicieron a Adam Warlock es una pendejada, considerando el tiempo que llevaron anticipándolo).

No obstante, hay que hacer una mención especial al verdadero soporte de esta entrega: Rocket. El hecho de que el mapache tome el protagonismo y conozcamos su pasado permite una introspección necesaria, ya que sus orígenes ahondan en su razón de ser y actitud y eso era algo que hacía falta ver en las primeras partes. Incluso, gracias a la relación que tiene con el villano (igual de genérico que el resto), hay una metáfora hacia la experimentación animal y a la permanencia de los defectos más profundos de la raza humana hacia cualquier especie que quisiera ocupar nuestro lugar (a través de una referencia muy clara a “La Isla del Dr. Moreau”). Es una lástima que esto se muestre por breves instantes y que el lugar donde fueron colocadas estas escenas corten el ritmo con regularidad.

Si hay una palabra que describa esta cinta, sería “anticuada”. Es una cinta que, por más que intenta rememorar los buenos tiempos, muestra señas de agotamiento y estancamiento por parte de ambos estilos, tanto de Marvel como de Gunn. No hay sorpresas o algo que pudiera cambiar la percepción, pero a veces es mejor entregar algo predecible, pero satisfactorio, a subvertir las expectativas con giros traicioneros.

Es mejor que otras producciones recientes (Quantumania), y puede que, para los estándares actuales de Marvel, ser entretenidamente irregular sea más que suficiente. Quizás la mejor forma de verla sea como los recuerdos de Rocket: memorias de una época que ya pasó y que está llegando a su fin, que disfrutamos mucho en su tiempo y que apreciamos por las horas de diversión que nos trajo, pero llega la hora de cambiar de página y seguir adelante.

Al igual que los propios Guardianes, mi momento de bajar del barco ha llegado. Esta película marca el punto donde la saga ya no es para mí (y muchos autores de este sitio piensan igual). Mis respetos para quienes sigan dedicando su tiempo a esta causa, pero como dijo Tony Stark: “Parte del viaje es el final”.

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


2 Comments

  • Por lo que entendí, ¿entonces es anticuada pero no mala y me hará pasar un buen rato? entonces la veré jaja :3

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    • Entretenida, pero mediocre. Si eres espectador casual o que sólo van a ver la película de moda, tampoco de pierdes de mucho.

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