House of Gucci: Crónica de una comedia involuntaria.

Patrizia Reggiani dijo alguna vez en una entrevista para la televisión que “prefería llorar en un Rolls Royce a ser feliz en una bicicleta”. Esta frase refleja esa excentricidad, ambición y el gusto excedido por el lujo de la socialité italiana y que fuera su motor para hacer muchas de las cosas que hizo en su vida, incluido el fatídico hecho presumiblemente orquestado por ella pero que a la fecha sigue negando: contratar a unos asesinos a sueldo para matar a su exmarido Maurizio Gucci, premisa que se retratara en el libro de Sara Gay Forden House of Gucci: A Sensational Story of Murder, Madness, Glamour, and Greed. Una premisa por demás interesante para llevarla al cine ya que justo todos esos elementos están ahí, la locura, el glamour, la ambición; sin mencionar que cuenta con un reparto muy atractivo y un director de renombre y experimentado. Pero el resultado final aún con todos estos elementos es que la historia de una de las dinastías del mundo de la moda más tradicionales del siglo XX solo es una débil pincelada de esa historia criminal y donde Ridley Scott nos termina confundiendo ¿en verdad te creíste que hacías un drama serio? ¿es una comedia? ¿es una sátira? ya en serio ¿qué carajos fue esto?

La película se centra en ella, en Patrizia, una joven italiana de clase media interpretada por Lady Gaga (las interpretaciones las analizaré con más detalle más adelante), quien en alguna fiesta a las que acostumbraba a ir según podemos intuir, conoce a Maurizio Gucci (Adam Driver), un estudiante de leyes y que además es el heredero de un imperio de una casa de moda; enamorándose de él seducida por su personalidad, aunque sabiendo su abolengo rápidamente hizo todo lo posible para llevarlo al altar. El padre de Maurizio, Rodolfo Gucci (Jeremy Irons), un hombre más bien solitario y un poco alejado del negocio desde que enviudó, desaprueba esta unión por lo que no asiste a la boda y deshereda a su hijo. Ante esta actitud y desaire, Patrizia voltea a ver el otro lado de la familia y comienza a generar lazos con el tío Aldo Gucci (Al Pacino), la cara de la marca y que fuera un poco más abierto que su hermano. Y aunque las intenciones de Patrizia al inicio eran las de motivar a su marido para crecer profesionalmente y estuviera más involucrado en el negocio familiar (SU negocio), poco a poco se va metiendo más y más en la cabeza de su marido hasta sofocarlo y tornarlo completamente en contra de todos los miembros de su familia y al final hasta de ella, solicitándole el divorcio y relegándola en todos los aspectos de su vida. Con este despecho y aconsejada por una vidente que termina convirtiéndose en su confidente (una Salma Hayek que por primera vez no es su acento el que llama la atención), Patrizia se vuelve la mente maestra del asesinato que pondrá fin a la vida de Maurizio en marzo de 1995 y que fue todo un escándalo. La marca Gucci sufría ante estos pleitos familiares, los niños mimados peleando su rebanada, los intrusos entrometidos que nunca faltan y el desorden económico en que la tenían sumida, fueron aspectos que finalmente pusieron fin a esta empresa de tradición familiar y lo que más o menos quiere demostrar Ridley Scott.

Digo más o menos, porque se empeña en mostrarnos demasiados temas y al final es una maraña de situaciones que cual desfile, se van presentando uno por uno sin saber bien de donde vinieron y como acaban. Bien podría haber sido una miniserie, algo así como Italian Crime Story y quizá habría funcionado mejor, por que la película dura casi 3 horas y considero que con una mejor narrativa fácilmente se le podrían haber quitado unos 40 minutos. Y es que en momentos la historia va demasiado lenta y ahonda en muchos detalles para después meter el acelerador para cambiar de tema, y esos cambios bruscos hacen que pierdas el ritmo como espectador.

Algo que si habría que resaltar es que en cuestiones de diseño y ambientación está muy bien lograda. Detalles como decoración de ambientes, vestuario, maquillaje, locaciones, etc; se recrean muy bien y se ve que están bien cuidadas. No así con el tema de la música; las piezas utilizadas pareciera que fueron elegidas al azar para recordarnos que estamos en los 70’s ~ 80’s y es un drama italiano; es decir te “avientan” hits de finales de los 70’s y principios de los 80’s colocados en las escenas sin aparente sentido alguno, y cuando se trata de algo “dramático” te sueltan la opera en italiano (por si olvidaste la época y que estamos en Italia).

Ahora si, vayamos a las actuaciones que sin duda dividirá opiniones pero que para mí de manera general fue de los aspectos peor logrados en toda la película. Porque si me dijeran, vas a ver una parodia de una telenovela pues va, se las compro; pero se venden como actuaciones dramáticas con un reparto respetable de actores “serios” bajo la dirección de alguien bastante experimentado en una película que se vende como drama (ahora recuerdo bastante aquella polémica clasificación de The martian en alguna edición de los Golden Globes). Entonces, no me vengan con que es la intención de la exageración, estos personajes son caricaturas salidas pareciera de algún sketch de SNL.

Empecemos con Lady Gaga, que definitivamente es un imán para el espectador y cada escena en la que aparece la absorbe ella, su presencia en la pantalla es innegable y la estilización de su personaje es muy buena, además que lo hace muy bien en la primera parte de la película, pero cuando se desquicia comienza a exagerar mucho más ese acento de italo-americana y esos ademanes y gestos de loca despechada brotan de repente y en verdad que cae en lo ridículo y ya mejor te hacen reír.

A ver, ya sabemos que son italianos y que estamos en una película hablada en inglés ¿quién demonios entonces les dijo que marcaran esos acentos así?¡ Lo mismo o peor ocurre con Jared Leto, quien por Dios¡ Cada personaje que interpreta con sus respectivas caracterizaciones “extremas” lo vuelven más patético y solo le hace falta colgarse un letrerito que diga “miren si se actuar porque me disfrazo”. Y lo menciono a él enseguida porque aquí como Paolo Gucci, su acento, su caracterización y sus ademanes son demasiado exagerados, rayando en lo grotesco y por momentos involuntariamente cómicos. Ellos dos podrían irse a la terna de los Razzies desde hoy.

Luego tenemos a Adam Driver, a quien si quieren ver este año en alguna película con Ridley Soctt mejor véanlo en The last duel, porque aquí si ciertamente es quizá de los más mesurados y mejor definidos, pero pasa de ser un niño rico inseguro que no sabe que quiere hacer en su vida, a un voraz ambicioso e insensible haciendo los mismos gestos incluso, y sin que nos diéramos cuenta a ciencia cierta donde o porque ocurre este cambio de personalidad en su personaje.

Y por último tenemos a los dos veteranos, Al Pacino y Jeremy Irons, los hermanos Aldo y Rodolfo respectivamente, demostrando que la experiencia pesa. Pacino ofrece una interpretación decente, aunque de repente tenga ademanes exagerados, me parece que lo hace bien, estando como pez en el agua como italoamericano, porque si bien también remarca mucho ese acento italiano no llega a hacerlo como Gaga o Leto. Y Irons, aunque breve su aparición es el único personaje que pareciera serio y lo ejecuta bien, aunque después nunca nos digan que pasa con él.

Demasiadas historias empalmadas una encima de la otra, narrativamente mal logradas, y aunque se obvie lo exagerado de los acentos, y lo chocantemente marcado de los clichés italianos aunque insistan que esa es la intención por más que su clasificación sea como drama; lo cierto es que la película es demasiado lenta, y algunas escenas y diálogos carecen de cualquier sentido. Al final como cualquier artículo de Gucci, es vistoso y pretende ser elegante, pero llega a ser un poco grotesco. Veamos si en esta ocasión la carta de usar a una estrella pop basten para que Scott pueda atraer a la generación millennial a ver su película, pero francamente lo dudo.

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Acerca del autor

Clementine   @@lupistruphis  

Escéptica ante todo, pero con una gran curiosidad. Amante del café y del aroma a libros viejos. Nostálgica e idealista sin remedio. Alguna vez de niña me llevaron al cine, y siempre vuelvo a él porque siempre me salva.


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