Lamb: El Cordero Valiente

Hay algo extraño, surreal y a la vez hilarante en la ópera prima de Valdimar Jóhannsson que invita al espectador a preguntarse una gran cantidad de veces por lo que está viendo en pantalla. Lamb o Cordero como se llama en español, es como la versión europea y dramática de Stuart Little, siguiendo el mismo punto de arranque, pero cambiando ciertos elementos para que la historia cuadre en el entorno rural en el que está sometida la película.

Ahora, el cinéfilo mamador está patas arriba con semejante comparación (ya que Lamb entró en muchas de las listas a lo mejor del cine en 2021), y no digo que sea una mala película, pero si una apuesta muy divertida que se toma demasiado en serio; ¿por dónde empezar cuando en el propio trailer te develan uno de los principales plots de la historia? así que por lo tanto no es spoiler, cuando ves a Ada, una criatura con el cuerpo de una niña pero cabeza de cordero que es adoptada por María e Ingvar. Claro que esta revelación le toma a la película casi cuarenta minutos para mostrarte a la criatura tal y como es (anteriormente Jóhannsson había jugado al “despiste” al sólo mostrar la cabeza de la criatura).

Una vez mencionado el elefante de la habitación, Lamb es de esas películas de ritmo lento, de esas que les gusta a los festivales, mostrar el día a día de una pareja que se gana la vida arando la tierra y del cuidado de su rebaño de corderos. Todo esto en la fría monotonía y con un pasado que poco a poco deja entrever que pasan por un duelo, la pérdida de uno o más hijos (no se menciona, pero haciendo una conjetura y por el número de cruces qué hay en ese desolador cementerio, se puede prever que hubo más hijos muertos) y que este constante duelo ha hecho mella en la relación de María e Ingvar.

Algo interesante de Lamb y la dirección de Jóhannsson es la creación de atmósferas reforzado por la fotografía de Eli Arenson, al mostrarnos los gélidos campos islandeses y la neblina penetrante que no te deja ver ni a un palmo de distancia; lo más atractivo en un principio es ver cómo en esas tormentas hay un peligro invisible, que se siente pero que la densa bruma no te deja ver, y qué desencadenará los terribles actos del último tercio de la película. Es increíble como teniendo todos los elementos para realizar una buena historia de HORROR (muchos lo están confundiendo con terror) la película gracias a su premisa cae en la risa involuntaria, debido a lo endeble de su narrativa.

Lo que pudo ser una película de horror folk, termina por convertirse en una parodia de sí misma que se toma demasiado en serio y que alarga demasiado algunas de sus secuencias en pos de caer en ese círculo vicioso del “cine de arte”. Sin embargo la película cobra un poco de vida cuando se integra el cuarto personaje a la trama (o el tercer personaje humano), y me refiero a Pétur, el hermano rockero citadino caído en desgracia de Ingvar que actúa un poco como voz del público al ver lo que su hermano y cuñada han estado haciendo (cuidar cómo hija propia a Ada La niña cordero). Pero a Jóhannsson no le interesa dar explicaciones, incluso puedo llegar a suponer que en el guion no existe explicación alguna a las interrogantes que Pétur (y el público) se plantea.

Le llegada de Pétur a la ecuación hace que la película tome un poco de ritmo, ver la reticencia y lo poco convencido que está con respecto a Ada, aunado al acoso constante de Pétur sobre Maria, hace que el público se cuestione las diferentes alternativas por las cuales la película se podía derivar. Pero así como llego Pétur, este se fue y lo poco que aportó al desarrollo de la historia se largó con él para llegar a un clímax que se fue construyendo a lo largo de una hora veinte; y que si bien ese último giro cae muy bien al espectador, se siente que llegó demasiado tarde.

En cuestión de actuaciones, tanto Noomi Rapace como Hilmir Sanær Gu?nason como María e Ingvar respectivamente, convencen perfecto cómo esta pareja sumida en la rutina y el duelo; en las cenas en silencio donde uno se pregunta qué sería maravilloso viajar al futuro mientras ella responde que prefiere quedarse en el presente, mientras él prefiere olvidar su duelo y ponerlo en “fast forward”, ella decide vivirlo y convivir día a día con su pérdida. Sin duda Noomi Rapace es lo mejor de la película.

Así Lamb termina siendo en ocasiones una comedia involuntaria con tintes de horror, una fábula mal lograda sobre el duelo y la pérdida de un hijo que está hecha para sorprender al público festivalero, pero condenada al olvido.

¿Una de las mejores películas del 2021? Dependiendo de su nivel de “mamador(a)”, usted decida eso.

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